Estrenamos tablero en Pinterest dedicado “Con Mucho Gusto” al club de lectura.
Para empezar, la primera obra escogida por nuestro invitado sorpresa: “El escritor que no sabía leer y otras historias de la neurociencia”, de J. Ramón Alonso.
Un par de días antes de comenzar las breves vacaciones de Semana Santa, el día 9 de abril, tuvimos un nuevo encuentro los miembros del Club de lectura Con mucho gusto de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, para comentar un nuevo texto: ¡Corre, conejo!, de John Updake.
¡Corre, conejo!
La sesión tuvo en este caso un carácter completamente distinto a lo hecho hasta ahora en el Club de lectura porque los encargados de presentar esta novela fueron los integrantes del programa radiofónico de libros La milana bonita, cuyos integrantes aprovecharon la invitación para grabar su programa con nosotros. Fue, sin duda, una nueva experiencia para el Club porque nos brindaron la posibilidad de vivir un programa de radio en directo al tiempo que analizamos la novela que nos había reunido, ¡Corre, conejo!
Dejamos el enlace del programa y aprovechamos para agradecer al grupo de integrantes de La milana bonita su participación en nuestro Club de lectura al tiempo que les felicitamos por su buen hacer.
Una nueva cita, aplazada una semana, de los participantes del Club de lectura Con mucho gusto de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, tuvo lugar en la tarde de ayer en la que el libro a comentar fue La corrosión del carácter, de Richard Sennett, propuesto por Cayo Sastre.
La corrosión del carácter
Cayo Sastre es profesor de Sociología en la facultad de Económicas de la Universidad de Valladolid, director del año 2000 al 2005 del Centro de Investigaciones Sociológicas, y autor, entre otros, de Mc Mundo. Un viaje por la sociedad de consumo (2010), y por sus intereses profesionales y por la propia actualidad del texto eligió La corrosión del carácter (1998), de Richard Sennett para comentar.
La corrosión del carácter, Premio Europa de Sociología, que tuvo una extraordinaria acogida internacional, es un ensayo socioeconómico (por primera vez en el Club de lectura comentamos un ensayo y eso hace que la lectura sea distinta a las aproximaciones a textos literarios) escrito por Richard Sennett (Chicago, 1943), afamado sociólogo conocido, entre otros temas, por sus estudios acerca de la influencia del trabajo en el individuo y la sociedad dentro de lo que él mismo califica como “cultura material”, y en concreto, por su análisis de la incidencia del capitalismo en la vida y trabajo de los seres humanos.
Cayo Sastre comenzó su intervención avanzando algunas premisas y temas a comentar: se trata de un texto escrito en 1998 y sin embargo, de gran vigencia en el momento socioeconómico actual; por otro lado, es discutible la premisa que parece que preside la teoría de Sennett “El capitalismo destruye el carácter”, ya que el texto presenta alguna “trampa” para intentar adscribir al lector a dicho principio. Por otro lado, dado que el tema principal del libro tiene que ver con el funcionamiento de la sociedad moderna, es un texto que inevitablemente mantiene el interés del lector, aspecto al que se unen otros elementos atractivos, como el hecho de estar magníficamente escrito, ser muy ameno y breve.
El tratado de Sennett analiza los cambios que la nueva economía provoca en el hombre y en su carácter. En evidente que estamos asistiendo a un mundo nuevo en el que todo es o se percibe como cambiante, sumamente flexible, “líquido”, y en este escenario están transformándose continuamente las estructuras laborales y personales de los participantes de esta nueva forma de concebir el mundo. Frente a un mundo estable, en el que las relaciones laborales se establecen bajo cierta permanencia, en el que el trabajador se encuentra ante un escenario predecible en un mismo lugar, una misma empresa y un esquema familiar sólido la nueva economía le exige admitir que todo es inconstante, que el mundo es variable, así como el trabajo y las relaciones personales que en este nuevo marco socioeconómico se producen. Y en consecuencia, si todo es ahora “inestable” la pregunta es cómo adquirir compromisos en el ámbito laboral o familiar si nada permanece y todo está sujeto a cambio. En consecuencia, se produce la corrosión del carácter que da título al ensayo de Sennett que se configura como resultado de ese nuevo capitalismo en el que el hombre tiene dificultades para establecerse con ciertas garantías de permanencia y solidez si su expectativa laboral el absolutamente imprevisible e inestable.
Una vez presentada la tesis principal del texto, fueron varias las objeciones que entre todos pusimos a esta corrosión del carácter. En primer lugar porque como Cayo apuntó tampoco el mundo estable que defiende Sennett fue tal y siempre los distintos sistemas económicos tanto en Europa como en EE.UU han necesitado de la adaptación del trabajador y la reformulación de sus circunstancias laborales y personales. Si bien es cierto que a partir de los años 70 del siglo pasado se produjeron cambios sustanciales –crisis del petróleo y desarrollo del potencial económico asiático- que afectaron profundamente a la economía mundial y a su nueva formulación, no es menos verdad que ese mundo estable tampoco existió antes de esa fecha. La necesidad del hombre de adaptarse a lo que venga, las difíciles respuestas vitales que para todos los trabajadores tiene el hecho de que no existe estabilidad laboral y sin esa estabilidad no se puede construir vida ni identidad son constantes en las relaciones socioeconómicas desde el fin de la Edad Media, de forma que, como pudimos comentar ayer, hay que admitir que el mundo es muy muy complejo, difícil de entender, de gobernar, de vender, y eso provoca que en las distintas etapas de forma constante se sienta esa quiebra del modelo imperante en cada memento.
Algunas voces subrayaron la desmoralización que la lectura de este ensayo provoca en los lectores más jóvenes, que ven difícil su acceso a un mundo laboral “estable” que les proporcione una vida firme en sociedad, y frente e ellas, Cayo admitió su optimismo en un futuro que sí, es cambiante y no siempre predecible y previsible, pero en el que es posible desarrollar las capacidades laborales y personales de cada uno como individuo.
Una buena tarde con un texto distinto pero igualmente interesante, en el que todos reflexionamos acerca del mundo en que nos ha tocado vivir y acerca de nuestras expectativas de realización como seres útiles y válidos en nuestra sociedad. Gracias finalmente a Cayo Sastre, que nos propuso esta lectura sugerente y provocadora.
Ayer nos volvimos a reunir los participantes del Club de lectura Con mucho gusto de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, para comentar un nuevo libro, en este caso El quinto en discordia, de Robertson Davies. La persona invitada y responsable de la elección de esta magnífica novela fue Fernando Muñoz Box.
El quinto en discordia
Fernando Muñoz Box es profesor de Óptica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valladolid -actualmente Colaborador Honorífico- y persona interesada en muchos y muy variados temas, como pudimos comprobar ayer. Él fue el encargado de presentar El quinto en discordia, novela que había conocido cinco años atrás y que ayer desmenuzó en sus principales elementos. En primer lugar, esta novela del canadiense Robertson Davies (1913-1995) es la primera de una trilogía, la Trilogía Deptford, haciendo alusión el título al pequeño pueblo de Ontario en el que suceden los acontecimientos primeros y decisivos.
El quinto en discordia, publicada en 1970, narra la vida de Dunstan Ramsay contada por él mismo en forma epistolar a raíz de la muerte en extrañas condiciones de su amigo de la infancia Boy Staunton. Se trata, por tanto, de un relato autobiográfico en el que el narrador y protagonista va desvelando las claves de la existencia humana: la vida, la muerte, la guerra, la enfermedad, el amor, la amistad, la religión, el circo, la magia. En definitiva, toca puntos consustanciales al hombre, pero que no siempre acostumbramos a leer en la actualidad. Todo ello representado por una prosa excelente con el aditivo humorístico cuando así conviene.
Desde el punto de vista narrativo, es muy interesante señalar que se trata de una novela circular, en la que el devenir de los acontecimientos sitúa al personaje de Ramsay en un mismo punto al comienzo y final de la obra, siguiendo el esquema de relatos clásicos. Un extraño, desafortunado y terrible suceso de su infancia, el lanzamiento de una piedra cubierta de nieve por parte de su amigo Boy a una mujer embarazada, la señora Dempster, y las consecuencias de dicho acto marcan el comienzo y el final de la obra y determinan en gran medida la peripecia vital del protagonista, quien a lo largo de sesenta años se pregunta por este hecho. Por ello será el “quinto en discordia”, personaje de unión entre los distintos hombres y mujeres que han marcado su bagaje vital: su amigo y millonario Boy Staunton y Leona, su mujer (de quien Ramsay parece estar enamorado), Mary Dempster y su hijo Paul y la enfermera Diana Marfleet, que le curará de sus heridas de guerra.
Sin embargo, cuando Ramsay ya es adulto, un profesor algo excéntrico dedicado a la hagiografía, se encontrará con dos personajes decisivos en la forma en que cierra el círculo de su existencia: el jesuita Ignacio Blazón, artífice de alguno de los mejores diálogos de la novela, y la fea Liselotte, ayudante de Paul convertido en mago, quien le mostrará la realidad de su existencia.
A pesar de ser una novela con muchos puntos de interés debido a la multitud de temas que trata, ayer comentamos de la mano de Fernando alguno de los que nos había llamado más la atención, como por ejemplo, el pueblo de la infancia de Ramsay y sus distintas iglesias correspondientes a distintas ramas protestantes y una católica, al estudio sin freno del protagonista de los santos y su iconografía, el hecho de haber perdido una pierna en la guerra y su relación con las mujeres ( a pesar de permanecer soltero) o la descripción de las distintas personas que aparecen en el relato. Unido a todo esto, la prosa hilada con maestría por parte Robertson, erudito en cuestiones vitales y artífice de un lenguaje que atrapa desde el comienzo.
Mucho más se podría decir y sin embargo, es una obra que necesita ser leída, porque en sus páginas se respira la esencia de lo humano, que es muy difícil de resumir o definir. Finalmente y por todo ello, agradecer a Fernando Muñoz Box el haber compartido esta novela, que además, muchos de nosotros, entre los que me incluyo, no conocíamos.
Estrenamos año y lectura en una nueva reunión de Club de lectura Con mucho gusto, de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía. En este caso rindiendo un merecido homenaje a uno de nuestros escritores fundamentales, Miguel Delibes y su obra, Mi vida al aire libre. El invitado que eligió y comentó el texto fue José Ignacio Barbero González, Profesor del área de Didáctica de la expresión corporal y editor de la revista “Agora para la educación física y el deporte”.
Mi vida al aire libre
José Ignacio comenzó señalando la relación entre su actividad profesional y la obra elegida de Delibes, en la que se suceden multitud de cuestiones relacionadas con la actividad física, con el deporte y con la carga filosófica que ambas cuestiones contienen. Así, puso en relación el concepto del deporte frente a la práctica de ejercicio, y en el caso de Delibes, la “vida al aire libre”. En este sentido, la obra del autor vallisoletano provocó un interesante debate, también de carácter lingüístico, acerca de dichos términos asociados a la actividad, tanto deportiva como lúdica.
En “Mi vida al aire libre (Memorias deportivas de un hombre sedentario)”, Delibes rememora los diferentes deportes que ha practicado a lo largo de su vida: desde su temprana afición a la caza como morralero de su padre a su pasión por el fútbol, pasando por la práctica del ciclismo, la motocicleta o incluso el tenis.
Estas memorias y recuerdos están contados con un tono y lenguaje desenfadado y lleno de humor, no exento de nostalgia, que hace que el libro se lea con la misma fruición y complacencia que cualquiera de sus novelas.
Las obras “Mi querida bicicleta”, “La vida sobre ruedas” y “Un deporte de caballeros” -concebidas para un público infantil- recogen algunos de los capítulos de “Mi vida al aire libre (Memorias deportivas de un hombre sedentario)”.
Pero los asistentes ayer tuvimos la oportunidad de aprovechar el texto para reflexionar acerca de otros muchos elementos que están plasmados en él y que enriquecen, aún más, el conocimiento de la obra del escritor, y todo ello porque José Ignacio, como profesional y gran lector, nos abrió la puerta a la reflexión de diferentes temas relacionados con el deporte. Alguno de estos asuntos que están tratados en el libro que comentamos fueron la distinción entre deporte y actividad física, el análisis de la visión sociológica del siglo XX en el aspecto deportivo, su vinculación a una clase social determinada y en consecuencia la aparición de una idea peyorativa del deporte relacionada con la vida ociosa, o el carácter masculino del deporte. Hay que recordar que Delibes pertenecía a la burguesía de la época y que la actividad física es parte importante de su educación “a la francesa” recibida por su padre, teniendo en cuenta que en esa época, el deporte/actividad física era algo minoritario y distintivo.
Asimismo se señalaron cuestiones de gran interés, como el hecho de que practicar deporte también es ser espectador (idea presente en Delibes); de hecho, los deportes de competición existen porque hay espectadores, deporte-espectáculo, o centrado ya en el ámbito literario, la constatación de la escasa literatura existente cuyo tema sea el deporte, lo que nos llevó a pensar que se ha considerado un tema “menor” dentro de la literatura.
Y para terminar constatamos que si bien Mi vida al aire libre no es lo más representativo de la obra de Delibes, presenta unos valores todavía hoy vigentes, representados a través de anécdotas, algunas en tono humorístico, que se alejan del tono más pesimista del autor. Un placer y un agradecimiento a nuestro invitado que generosamente nos ilustró en las lides físico-deportivas.