La presencia inasible de la luz. Mauricio Herrero

Jueves 18 de febrero de  2016

En la
tarde de ayer tuvo lugar un nuevo encuentro de El Club de Lectura “Con mucho
gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, para comentar el libro de poemas
La presencia inasible de la luz, de
Mauricio Herrero Jiménez (Visor, 2011).  

La presencia inasible de la luz

           Cuando nos
pusimos en contacto con Mauricio Herrero para invitarle a participar en nuestro
club de lectura abrigamos la esperanza de que aceptara y de que el libro
elegido fuera el suyo, La presencia inasible
de la luz
, libro de poemas galardonado con el accésit del XXI Premio Gil de
Biedma de Poesía que otorga la Junta de Castilla y León. Y así fue, después de
pensarlo y debatirse entre su propio poemario y otro de Ángel Valente,
finalmente accedió, no sin pudor, a desvelarnos las claves de su poesía en una
tarde muy fría en Valladolid, que el poeta calentó con versos y confesiones.

Mauricio Herrero es muchas cosas; su
currículum profesional lo señala como profesor de Paleografía de la Universidad
de Valladolid y ayer también vimos al poeta, al hijo, al marido, al padre, al
amigo porque nos descubrió todas estas facetas. Su intervención estuvo cargada
de emoción y sentimiento, y lejos de centrarse en el volumen de poemas con el
que acudió a nuestra cita, nos hizo un recorrido íntimo y muy personal del
proceso de creación de toda su obra, puesto que aunque solo tenga publicada La presencia inasible de la luz, su trayectoria
como escritor abarca otras obras no publicadas, cuya escritura comprende de
2005 al 2013.

Para Mauricio la escritura es una
forma de estar solo, soledad anhelada y en ocasiones hiriente que abre al poeta
al interior como una forma de conocimiento individual. Esta soledad que
requiere la escritura poética implica un tránsito, un paso para la comprensión
de uno mismo que es imposible sin el silencio. De manera que el proceso
creativo para él es un ejercicio doloroso de introspección y gozoso por la propia
creación, que en su caso se produce en determinados momentos y circunstancias.
Su poesía es testimonio de la contemplación, pero también de la dolorosa
experiencia de la propia realidad, de años de profundísimo dolor –así se
expresó- por la enfermedad de su padre y posteriormente de su madre, sumidos en
una angustiosa desmemoria. Esta circunstancia de carácter biográfico familiar
provoca en Mauricio una escritura cargada de dolor pero que descansa en la
hermosura absoluta de unos versos donde la soledad, la orfandad, el abandono y
la desmemoria se convierten en objeto artístico.

Por parte de los que allí estuvimos
hubo silencio y respeto, en la plena seguridad de que estábamos asistiendo a
una sesión especial por lo que las palabras de Mauricio tenían de confesión sincera
y desnuda, que salpicó aquí y allá con la lectura de poemas propios y ajenos.
Por eso y porque por primera vez en el tiempo de andadura del club de lectura
leíamos poesía. Las intervenciones de alguno de los participantes se orientaron
hacia cómo leer poesía, qué interpretar ante el verso  sin referente. En este sentido, Mauricio ya
había advertido que el lector es también y siempre creador, pero más en la lírica
que en otros géneros literarios, porque derivado de la intimidad del creador,
puede llegar al lector por otras vías que tienen que ver con la forma de sentir
de cada uno, por ello el poeta crea pero el lector “recrea” en un proceso de
introspección de ambos. En cuanto a La
presencia inasible de la luz
que todos habíamos leído, el autor contó la
anécdota que provocó su escritura, por encima de la que hubo un intento de
mirar desde la parte que se ve desde la sombra, desde la ceguera, y hubo quién
señaló y leyó alguno de los poemas y lo que de ellos habían sentido como
lectores.

Hoy es complicado escribir estas
líneas porque soy consciente de la intimidad con la que Mauricio desnudó su
alma para hablarnos de la creación literaria, y eso es muy difícil, sino
imposible, de reproducir o resumir. Algo sí nos quedó grabado y es el poder
evocador y sugerente de la poesía, versos que incitan a esa soledad anhelada,
doliente y hermosa que ayer experimentamos con un gran poeta y excepcional
persona. Como siempre gracias, en este caso muy especiales, porque ayer
asistimos a una reunión poética adornada con inmensas dosis de generosidad.

También esto pasará. Milena Busquets

Jueves 14 de enero 2016

Nuevo
año y nuevo encuentro de El Club de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la
Biblioteca Reina Sofía, para comentar la novela: También esto pasará, de Milena Busquets (Anagrama, 2015).  

También esto pasará  

           Con la intención
de que nuestros invitados pertenezcan, entre otros, a ámbitos profesionales
relacionados con la literatura, hemos tenido el placer de inaugurar el año con
una librera, Soraya González, propietaria de El árbol de las letras, librería de referencia en Valladolid. Y
Soraya, con generosidad y buen hacer que desde aquí agradecemos, ha propuesto
esta novela de Milena Busquest, que ha conseguido calentar el debate literario.

           Es indudable
lo que perturban al lector aquellos textos que, bajo distintas fórmulas,
abordan temas esenciales para todo ser humano como son el amor, la muerte, la
maternidad…. Y También esto pasará
es un buen ejemplo de ello. La intrahistoria de esta breve novela es sencilla:
Milena Busquets escribe con motivo de la muerte de su madre, Esther Tusquets (editora,
escritora, mujer fuerte de la cultura), un intenso relato, en forma casi de
epístola, como búsqueda de sí misma y homenaje a su progenitora. Alabada por la
crítica y con triunfante éxito de ventas, esta obra esconde una profunda
reflexión acerca de muchas cuestiones que tienen que ver, en última instancia,
con la forma en la que cada uno vive el luto.

           La muerte de
la madre y el repaso a la propia vida configuran un relato que bajo una
apariencia sencilla, invita a la reflexión y al debate. La novela se sitúa
durante un verano (como tantos) en Cadaqués, a donde acuden la protagonista
Blanca, su familia y amigos con motivo del funeral de la madre. En los días
posteriores a la muerte, Blanca va desentrañando su propia vida y la de su
madre, en un intercambio de modos narrativos, en los que predominan la 1ª y la
2ª persona en interpelaciones directas a la madre, a la que se dirige
continuamente. De este modo, el lector va conociendo la vida de la protagonista
y de su entorno, pero sobre todo va descubriendo el desasosiego y desconcierto
en el que se halla. Y con todo, la prosa fluida, en ocasiones brillante, de
Milena Busquets, hacen de su relato un texto vitalista, optimista, en el que
las tinieblas de la pena se sobreponen gracias a un lenguaje sincero, repleto
de adjetivación, ligero y claro.

           Después de
una acertada presentación por parte de Soraya, en la que ha referido la
relación de este texto con la obra de Françoise Sagan, Buenos días tristeza, los participantes del club han ido aportando
distintas consideraciones principalmente en torno a Blanca, protagonista
absoluta de la novela. Se trata, sin duda, de una novela de personaje, muy
intimista, pero que provoca diferentes reacciones en los lectores, algunas de
ellas antagónicas. Se apuntaron datos del carácter del personaje, considerado por
algunos débil, sin compromiso en la vida con nada ni con nadie y frívola, fruto
de su condición burguesa; otros han visto en ella la búsqueda de la madre a
través de esta misiva personalísima, en la que Blanca elige qué cuenta y cómo.
Por otro lado, rodeada de familia, exmaridos y amigos, no se responsabiliza de
nada, priorizando de forma a veces explícita, los placeres engañosos del sexo o
el alcohol.

           Pero existe
otra lectura en la que es fundamental la atención a los detalles del lenguaje,
que ayudan a desvelar una mayor profundidad en el personaje y en su entorno y
que sitúa a esta novela como una nueva muestra de una narrativa que está en
proceso de cambio, derivada de la posmodernidad, en la que el discurso fluye y
que exige, en ocasiones, despojarse de algunos condicionantes en la lectura,
aceptando –independientemente del juicio final de la obra- las nuevas temáticas
y formas de la literatura. Y bajo este prisma algunos apuntaron hacia una
interpretación distinta tanto del texto en su conjunto como de la protagonista.
En esta visión no prevalece la ligereza, sino que ésta esconde la profundidad
de una vida en el momento en que vive un duelo; en este sentido la obra se
carga de sentido y adquiere mayor consistencia.

Finalmente, es obligada una mención
al Epílogo que cierra la obra, resumen magnífico del sentir humano en el que
con breves retazos se configura un “despertar” de la protagonista, al tiempo
que constituye una buena prueba de amor hacia su madre, quien contándole un
cuento chino le advirtió que “también esto pasará”.

En cualquier caso, También esto pasará movió a un
interesante debate, ¡qué buen comienzo de Año!

Punto de mira. Luis Torrecilla


Jueves 19 de diciembre 2015

El Club
de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía celebró
ayer una sesión con un nuevo libro para comentar: Punto de mira, de Luis Torrecilla Hernández (Eridé ediciones,
2014).  

Punto de mira  

En esta ocasión, el encuentro de lectores tuvo un formato
distinto, porque no sólo vino el autor de la novela, Luis Torrecilla, sino que
para presentarlo contamos con otro invitado, David Acebes, de manera que
tuvimos el lujo de contar con dos invitados en la sesión.

David Acebes es un joven vallisoletano difícil de presentar
porque es muchas cosas: funcionario de Hacienda, poeta, escritor, humanista… en
definitiva, es una persona inquieta que participa y se implica en numerosas
manifestaciones de la cultura. Él fue el encargado de elegir –y de traer al
autor- la novela que ayer comentamos: Punto
de mira
. Desde sus primeras palabras se hizo evidente su pasión por esta
joya literaria, de la que con maestría y conocimiento desgranó los principales
valores. Su intervención comenzó con la presentación de Luis Torrecilla
Hernández, nacido en el pueblo zamorano de Cañizal pero muy vallisoletano,
pedagogo y docente, y autor de una extensa obra que David dividió en dos
partes: la primera constituida por 9 libros de divulgación histórica y
pedagógica y una segunda más literaria comenzada con el libro que llevó al club
de lectura, Punto de Mira.

David fue desgranado en la presentación esos valores de la
novela a los que antes aludía y por lo cuales se declaraba un auténtico “fan”
de la misma: primero porque es muy castellana, segundo porque es muy lírica, y
en tercero porque es política. No es este el lugar para desvelar las
características de cada uno de estos tres rasgos fundamentales de la novela, que
David describió con deleite y buena literatura, y sí para sintetizar qué es Punto de Mira.

El autor al tomar la palabra agradeció y confirmó lo dicho
por su presentador, y se prestó a aclarar cuantas cuestiones la novela nos
hubieran suscitado. Y es que esta obra es una rara avis en el panorama
de las letras españolas de nuestros días, y se presenta como un ejemplo del
conocimiento histórico y la erudición léxica y formal, además de literaria. En
ella se relata los diversos encuentros, desencuentros, devaneos y problemas con
los que se va topando un agrimensor en su camino y estancia en el pueblo de
Peralta en 1768. Con este breve resumen de su trama, Torrecilla construye todo
un fresco histórico y social de una España rural envilecida y hostigada por múltiples
acosos, tanto políticos como sobre todo religiosos y morales que cercenan la vida
diaria de los hombres y mujeres de entonces. Con este planteamiento, y con la
justificación de su título, alusivo al punto de mira en el que dicha situación
sitúa a todos los habitantes de esa Castilla rural, tuvo lugar un intercambio
enriquecedor de ideas y opiniones.

La mayoría de los allí presentes reconocimos la maestría
literaria de la novela, ya que es asombroso el acopio y buen uso del español
del siglo XVIII, con resabios rurales, que no resulta en sus páginas ni
artificial ni sobrecargado. Además, la obra se puede leer como un fresco
histórico, pues la historia, nuestra historia, está ahí plasmada, tanto en sus
grandes cuestiones, como la construcción del Canal de Castilla, como en su
entorno más íntimo, en el asistir a la cotidianeidad de los vecinos de Peralta,
con sus intrigas y rumores y con un asesinato que proporciona la trama
literaria a todo el conjunto.

Por otro lado, algunos de los intervinientes señalaron la
pobreza moral y sobre todo material que la novela trasluce, y como sucede en
tantas ocasiones, la pusieron en comparación con lo que sucedía no hace tantas
décadas en España. Con ello, quedó demostrado que esta obra tiene muchas capas
de lectura, desde la histórica hasta la de la denuncia al poder religioso de la
época, salpicado en muchos momentos por cuestiones más íntimas de los
principales personajes que tienen que ver con el sexo, o el miedo constante a
estar “en el punto de mira”. Dato curioso es también el final literario de la
obra, en cierto modo abierto para el lector.

A lo largo del comentario de las páginas de Punto de mira pudimos comprobar que ante
su autor estamos ante un erudito de la historia y un apasionado de la
literatura, y por ello, el resultado no ha defraudado, ya que Punto de mira es magnífica en su
contenido y asombrosa en su forma. Conocimos de esta forma una nueva propuesta
literaria  sumamente atractiva, culta,
que exige un lector activo, y que derrocha placer del bueno en cada página.

Mucho más se dijo, pues la obra da para ello, pero quede aquí
la invitación a su lectura. Gracias a David, por presentarnos obra y autor, y
gracias a Luis Torrecilla y su Punto de
mira
, por enseñarnos lo que con el buen uso de la palabra y el conocimiento
histórico ha sido capaz de crear.

Luis Torrecilla, que aprovechó para firmas ejemplares de su obra, junto a David Acebes

Historia de una maestra. Josefina Aldecoa

Miércoles, 21 octubre 2015

Me ha correspondido el
placer de proponer la segunda obra de este club de lectura de la Biblioteca
Reina Sofía, respondiendo a la invitación hecha por su directora, Susana
Gil-Albarellos, y su coordinadora, Carmen de Miguel. Y agradezco la deferencia
de hacerme partícipe de este encuentro para disfrutar de la lectura compartida.

Mi elección ha sido Historia de una maestra, de Josefina
Aldecoa, obra que inaugura la trilogía desarrollada en los años 90 por la autora.
Esta primera novela narra la experiencia vital de una maestra rural con el
telón de fondo de la España de los años 20 y primeros 30 del siglo XX. Y en ese
ambiente va cuajando la vocación de la joven con el sueño de llevar la
educación, renovada, a los lugares más apartados, convencida de la posibilidad
de cambiar las circunstancias adversas que le rodean: ese será el “sueño” que
sirve para articular el discurso de la obra y los acontecimientos.

La autora vuelca en la
obra su propia experiencia personal: ella misma maestra y pedagoga, vinculada a
la ideología de la Institución Libre de Enseñanza –renovador proyecto
pedagógico liberal-, y, por otro lado, hija y nieta de maestras que vivieron en
primera persona la experiencia de la tentativa de cambio educativa en España
desde finales del siglo XIX hasta el estallido de la Guerra Civil, y la
experiencia renovadora de la Ley de Educación de la República. Fue también miembro
activo de la generación intelectual de los 50, cuya vida y obra estuvo
mediatizada por la experiencia de la guerra y la posguerra.

La novela que traigo
aquí supuso el redescubrimiento literario de Josefina Aldecoa, y revela, a mi
modo de ver, lo mejor de su escritura. Una obra costumbrista e intimista que,
con un lenguaje sencillo y directo, una pluma ágil y sin artificios, refleja
magistralmente la cotidianeidad de la vida en los pueblos de la montaña
leonesa, el ambiente de las minas, la peculiaridad del mundo de las colonias
–Guinea-, las limitaciones económicas, sociales y mentales de aquellos mundos
en su propio aislamiento, difícil de superar. Y si la descripción de la
geografía física, social y mental resulta vívida, no lo es menos el marco
político e histórico en cuyo escenario se desgrana y desvanece el sueño de una educación en libertad.

Haciendo uso de la
libertad que se me daba para ello, abrí la sesión explicando las razones de mi
elección y ofreciendo al resto de los participantes mi visión de la obra, una
visión mediatizada por mi propia condición de historiadora y profesora. Aclaré
que mi lectura era en primer término, histórica, y así, mi reflexión se
orientaba a subrayar la combinación del marco institucional y legal de la
educación por un lado, las limitaciones materiales y mentales por otro, y la
experiencia cotidiana y el esfuerzo personal de los responsables de ponerla en
práctica, los maestros. Así, incidí en esa forma en que se narraba la primera
fase de empeño personal, casi individual, de la maestra contra la realidad
dominante y limitadora, las expectativas de la legislación republicana (escuela
mixta, escuela libre, escuela laica, escuela abierta; misiones pedagógica,
clases de adultos, integración…), y su frustración final, por inacción
política, por inercia social, por escrúpulos mentales.

Hecha esta aproximación
personal, se abrió la participación de los asistentes. Hubo en sus
intervenciones mucho de experiencia personal y familiar que llevaba a la
identificación más o menos cercana con aquellas realidades que refleja la
novela. Se habló mucho de esto, dando lugar a una reflexión sobre el sistema
educativo, las leyes de educación, la figura del maestro. Sin abandonar la
referencia a la habilidad retórica de la autora, la plasmación de imágenes
vívidas de aquella sociedad rural y colonial, los prejuicios y su necesaria
superación, las trabas y los miedos al cambio, sustancial a aquellas
sociedades, los esfuerzos heroicos de los maestros por afrontar y superar todas
las limitaciones, las del sistema, las de los prejuicios y costumbres, las de
las mismas estructuras. Y se abordó también el papel de las mujeres, en el
oficio y en los cambios, las elecciones personales, el equilibrio entre la
racionalidad y los sentimientos, la valentía y la propia lucha interior ante la
necesidad de hacerse protagonista de los cambios. Y se habló también del
“optimismo pedagógico”, la confianza en la educación como medio para mejorar
las condiciones sociales y personales, cuestión controvertida que suscitó
debate en torno a sus verdaderas posibilidades.

Desde otro punto de
vista, la profesora Susana Gil-Albarellos, recondujo la reflexión hacia el
terreno literario. Definió la obra como una “novela de aprendizaje” y
“confesión”. Subrayó aquellos elementos que reproducen formas clásicas de
construir las memorias, las historias de vida, apuntando paralelismos con El Lazarillo de Tormes: el interlocutor
al que se dirige el protagonista, responsable mismo de dar a conocer los
hechos, las trayectorias vitales semejantes, en la salida de la miseria, la
búsqueda de aventura y mejora personal, la formación de una familia, una cierta
frustración/fracaso final.

La obra resultó, de
este modo, no solo un medio de disfrute literario, sino también un medio de
reflexión, el acercamiento a un tiempo histórico y sus aspectos educativos, y a
las mismas inquietudes que en nuestro tiempo suscita la realidad que nos es más
inmediata, más próxima.

Y para acabar, una
doble propuesta final: leer las dos restantes novelas que completan la trilogía
(Mujeres de negro y La fuerza del destino); y la lectura de El exilio interior. La vida de María Moliner,
de Inmaculada de La Fuente, sugerida por Carmen de Miguel, que recoge una experiencia
semejante en el tiempo, aquí desde el ensayo biográfico.

Á. SOBALER SECO

Leche. Marina Perezagua

Jueves 24 de septiembre 2015

Comenzamos
nueva edición, la cuarta, del Club de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la
Biblioteca Reina Sofía. Algunos repiten y otros son nuevos, a todos bienvenidos
y enhorabuena por seguir apostando por la literatura. El primer texto a
comentar ha sido Leche, de Marina
Perezagua (Ed. Los libros del lince, 2013).  

Leche

En esta primera sesión contamos con
la presencia como invitada de Casilda García Archilla, artista consolidada,
compañera en la administración del departamento de Literatura Española de la
Universidad de Valladolid y persona con especiales inquietudes artísticas. El
libro elegido para leer y comentar ha sido Leche,
de Marina Perezagua.

La autora, licenciada en Historia del
Arte, es un ejemplo de la renovación de la literatura en lengua castellana que poco
a poco está emergiendo en el panorama literario, con notables muestras aquí y
especialmente en contexto de la literatura hispanoamericana. Y su libro de
relatos Leche sin duda confirma ese
nuevo impulso que tanto formal como argumentalmente está teniendo la literatura
de alguno de estos jóvenes autores.

Leche es un
conjunto de 14 relatos de diferente extensión, argumento y significado; también
presentan diverso modo narrativo, focalización y referencias espacio-temporales
y sin embargo, todos comparten una serie de características que son destacables
desde la primera página de Little Boy,
relato que abre el conjunto, hasta Leche,
narración que lo cierra, y es el desconcierto por lo contado y la admiración
por la forma de contarlo.

Presentada la obra por Casilda, quien
relató que conoció la literatura de Perezagua a través de una librería digital
en Facebook y de la que ahora es seguidora, los participantes expusieron poco a
poco sus diferentes puntos de vista ante obra tan inquietante. Así, las
primeras intervenciones apuntaron hacia el desasosiego que su lectura les
produjo, porque es innegable que aun con distinta intensidad, se trata de unos
relatos cuyo contenido es extremo, a veces imaginario y apocalíptico, en
ocasiones tan duro y realista que es difícil no estremecerse al leerlos, en otras
sencillos pero de interpretación profunda, y algunos simplemente inexplicables.
Estas primeras impresiones contrastaron con otras que apuntaron directamente a
la genialidad de Leche y a la
maestría de su autora, no solo por el dominio formal de la obra en su conjunto,
sino también por la imaginación para la gestación y escritura de unos textos
donde el pulso vital y el desafío a lo desgarrado conviven en párrafos de gran
lirismo.

Poco a poco y tras el impacto
inicial, unos y otros fuimos desgranando los cuentos uno a uno, encontrando en
todos ellos valores a veces inadvertidos y en ocasiones poco comprendidos. El
primero y más extenso “Little Boy”, que está centrado en el recuerdo y
consecuencias que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima tiene en una anciana
superviviente, nos desveló secretos guardados a lo largo del relato en un giro
temático verdaderamente sorprendente, o “Él”, en el que una mujer cuida a un
hombre destrozado del que descubre finalmente una identidad distinta a la de su
marido. Asimismo sorprendió la indefinición de “Mio Tauro”, cuento difícil de
comprender en una primera lectura pero peculiar entre otras cosas por las voces
narradoras, o “Las islas”, metáfora de los deseos envueltos en nebulosa nunca
satisfechos. El comentario del relato “Aniversario”, representación verbal del
odio entre una hija y su padre, acercó la biografía de la autora a su
escritura, ya que algunos de los lectores supusieron una línea de conexión
entre la vida y la obra en Marina Perezagua, que explicaría alguno de sus
argumentos. Finalmente llegamos al texto que cierra el libro y que lo nombra “Leche”,
probablemente el más impactante, tremendo y  realista.

Con todo, y a pesar de la
incertidumbre que sin duda causa la obra de Marina Perezagua, también pudimos
comprobar las posibilidades inmensas que proyecta la literatura actual, que en
obras como Leche se sale de los
parámetros habituales por los que transita la literatura en castellano. Fue sin
duda una impagable oportunidad para comprobar que no lo hemos leído todo, que
todavía el acto de la lectura puede deparar sorpresas y que, por encima de las
preferencias de cada uno, la literatura tiene el poder de sorprender, impactar,
sobrecoger y en alguno de nosotros impresionar por su grandeza.

Terminamos agradeciendo su
participación a Casilda porque de nuevo la elección de un libro para este club
de lectura nos abrió unas puertas que estaban ocultas y nos dio a conocer a una
autora a la que seguir atentamente. Disfrute y horror en el mismo párrafo,
deseo vital y muerte, imprecisión sexual y leche, símbolo dual de vida en la
virilidad y en la maternidad. Todo eso y mucho más contiene Leche.

En la foto: Casilda García Archilla y Susana Gil-Albarellos Pérez-Pedrero