Mi idolatrado hijo Sisí. Miguel Delibes

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Jueves 18 de octubre de 2018

      Nuevo
curso y nueva sesión de El club de Lectura “Con mucho gusto” que en la tarde
de ayer inauguró su séptima edición. Volvemos con energías renovadas e
iniciamos las lecturas con Mi idolatrado
hijo Sisí
, de Miguel Delibes (Destino, 1953).

Mi
idolatrado hijo Sisí

           Para la ocasión el invitado que
eligió y glosó esta novela fue Javier Ortega, director de la Fundación Miguel
Delibes
, entidad privada sin ánimo de
lucro que como se indica en su página fue “constituida en Valladolid el 12 de
marzo de 2011 coincidiendo con el primer aniversario del fallecimiento del
escritor y académico” y cuya labor es el cuidado del legado cultural del escritor
vallisoletano Miguel Delibes (1920-2010). Además, ayer 17 de octubre era el
cumpleaños del escritor, por lo que Javier Ortega y los participantes celebramos
su onomástica con la lectura de su obra.

           En su presentación, Ortega señaló que la elección de Mi idolatrado hijo
Sisí
, cuarta novela del escritor, respondía en parte a que, a pesar de tener
una muy buena acogida en el momento de su publicación, es de las menos
conocidas en la actualidad, o quizá tendríamos que señalar de las menos leídas.
Como curiosidad, aportó el Expediente de Censura de la novela, fechado en 1953
por el Ministerio de Información y Turismo, en el que se autoriza su
publicación al tiempo que se resume su argumento.

           En Mi idolatrado hijo Sisí Delibes relata la vida de Cecilio Rubes,
propietario de una tienda de sanitarios, prototipo de burgués egoísta, mezquino,
con ínfulas, casado con una mujer a la que no ama, manteniendo a una amante y
sometido por su madre cuya condición se ve reforzada con el nacimiento de su
hijo Sisí. El nacimiento y desarrollo de este hijo, al cual no educa y al que
consiente todos los caprichos, le sirve al escritor para levantar en torno a
Cecilio Rubes una crítica a la burguesía urbana y su falsa moral, un ataque a
la defensa del hijo único, a la No educación, todo ello confirmado con la
fatalidad del final de la obra, cuando a la muerte de Sisí en un bombardeo al
filo de la Guerra Civil sigue el suicidio del propio Rubes. Temporalmente la
novela se halla dividida en tres partes que abarcan desde comienzos del siglo
XX hasta la Guerra Civil.

           Los comentarios a la novela fueron
muchos y de diferente índole; fue interesante comprobar que gran número de los
participantes no la habían leído nunca, lo que corrobora el hecho de que es una
novela poco leída dentro de la narrativa del escritor. Contextualizando la
escritura de la obra, es importante señalar que en ese momento Delibes tiene 33
años, varios hijos y vive en un Valladolid que se ve reflejado en muchos de los
ambientes descritos en las páginas que ayer comentamos. Sorprende en este
aspecto la destreza en la pintura de caracteres, fruto de la observación
minuciosa por parte del escritor, que aquí se convierte casi en artesano, de
las formas de vida de comienzos del siglo XX y las maneras en las que se desarrollaban
los personas en su diferente condición: hombres, mujeres, niños, ricos, pobres,
burgueses o gente de peor vivir. Todos aparecen en la novela con tal riqueza de
matices que el lector parece conocerlos, pues no sólo se describen físicamente,
sino que cada uno manifiesta un idiolecto que se ve perfectamente representado
en un lenguaje trabajado. También se detalla con maestría la vida doméstica con
todo detalle, pues es esta novela de interiores: las casas, el Casino, la
tienda de sanitarios….

           Uno de los elementos que llamaron la
atención a los lectores es el tratamiento de los personajes femeninos: la
esposa abnegada y, aunque con sentido, algo frívola, la otra variante de esposa
feliz teniendo un hijo por año, la mujer mantenida, la madre o las jóvenes;
modelos de mujer muy alejados en ocasiones de la situación actual pero que por
su descripción constituyen un valioso documento histórico para analizar la realidad
femenina en otros momentos de la historia. Y es que esta novela, como muchas
otras de su autor, puede ser en la actualidad referente ficcional para el
análisis de la vida, tanto en el ámbito urbano como en otras obras en el rural,
de épocas pasadas por el detallado fresco social y físico que propone.

           Aunque hubo quien señaló que la novela
formalmente contiene algunos fallos formales que fueron superados en obras
posteriores de Delibes, hubo coincidencia en señalar que el valor de Mi idolatrado hijo Sisí está en ese
retrato magnífico de  personajes con los
que el escritor presenta la cotidianidad de un hombre, Cecilio Rubes,
representante de todos los males de la burguesía urbana crecida y pretenciosa.
Es la descripción de esa sociedad y las diferentes escalas de valores de los personajes
lo que otorga grandeza al texto, además de muchos otros elementos que el futuro
lector descubrirá al leer esta novela.

           Agradecemos desde estas líneas a
Javier Ortega su participación porque con la elección de Mi
idolatrado hijo Sisí
se cumplió una doble función: homenajear a Miguel
Delibes y comenzar esta edición del club de lectura con un verdadero placer
literario.

Los santos inocentes. Miguel Delibes

Jueves 27 de noviembre de 2014

Ayer tuvo lugar un nuevo encuentro del Club de lectura Con mucho gusto, de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, en el que el libro a comentar fue Los santos inocentes, de Miguel Delibes.

 Los santos inocentes

Comentar un libro de Miguel Delibes no resulta fácil en un caso como el que nos ocupa y ello por varias razones, entre ellas, porque ya tuvimos ocasión de traer a nuestro club de lectura otro texto suyo (Mi vida al aire libre, en enero de este año); también por tratarse de un escritor vallisoletano y encontrarnos en su ciudad natal, y en tercer lugar, porque pudiera parecer que todo está ya dicho en torno al autor y su obra. Sin embargo, la invitada que eligió y comentó el texto fue Amparo Medina-Bocos, una de las mayores conocedoras de la obra de Delibes, como lectora, investigadora y maestra. Amparo ha sido catedrática de literatura española en el instituto Ramiro de Maetzu de Madrid, y profesora en la UNED. Su pasión y conocimiento de la obra de Delibes quedaron plasmados ayer en nuestro encuentro con ella, ya que nos brindó un estudio completo de la obra.

Amparo comenzó justificando la elección de Los santos inocentes: primero por ser de Delibes, autor de la que ella es apasionada, segundo, por ser un autor de Valladolid, y en tercer lugar, porque considera que esta obra es la más redonda de la extensa producción del autor. Y para ello trajo un texto escrito, porque como el propio Delibes señaló, se trata de decir mucho con el menor número de palabras posible.

En Los santos inocentes, obra que junto al relato “Los nogales” eran las que más le gustaban a su autor, se hallan varios de los elementos constantes en la narrativa de Delibes: la naturaleza, la muerte y el conflicto social. Y al igual que hiciera el autor con obras anteriores como en El camino o en Diario de un emigrante, abandona Castilla y sitúa los acontecimientos de la obra en el campo extremeño. De la mano y sabiduría de Amparo, tuvimos la oportunidad de conocer otros datos en torno a la gestación de esta novela no tan conocidos, como que el proceso de escritura fue muy dilatado en el tiempo, pues comienza en los años 60 y se termina en 1980. En ella se abordan las relaciones, casi feudales, entre los señores y los criados en los años 60 del pasado siglo en una finca del campo extremeño. Presenta una división en seis libros –como los denomina Delibes- en los que en los cuatro primeros se centran en la presentación de los personajes y los dos últimos son más narrativos y en ellos se desencadena la tragedia final.

Para Amparo Medina-Bocos son dos las particularidades que sobresalen cuando se lee Los santos inocentes: que es la más dura del autor y que es la más poética. Por ello es necesario referirse al estilo de la novela, en gran medida experimental y ya anunciado en obras anteriores como El camino y Las ratas. Este estilo es depurado, alejado de ciertos excesos retóricos anteriores, y se acerca a la vanguardia literaria, como también lo hace en otras obras como Cinco horas con Mario. Así, hay caso omiso a las normas de puntuación otorgando al conjunto un carácter poético y oral. Especialmente significativa es en esta novela el uso magistral de la voz narradora, que se puede adivinar en dos esferas, una voz popular y una voz culta, como demostró Amparo al repartirnos unos folios con los textos que lo corroboran, así como la disposición casi en versículos convirtiendo el texto en un poema en prosa.

En cuanto al título tiene dos posibles significados, ya que los inocentes” remite al texto bíblico de sobra conocido, pero también al apelativo con el que en Castilla se llamaba y se llama a las personas con alguna incapacidad. Y en este sentido parece usarlo Delibes en boca del personaje de Régula para referirse a Azarías y Charito, los dos “inocentes” de la obra.

Por otro lado, es difícil referirse a Los santos inocentes sin mencionar la película homónima que el director Mario Camus realizó en 1983; se trata sin duda de una espléndida adaptación, la mejor de los textos del escritor vallisoletano, en la que uno de los mayores logros fue la elección de los actores, hasta el punto de que se puede afirmar que Camus “puso cara” a los personajes de la novela, y así han perdurado en la imaginación colectiva de todos nosotros.

Los asistentes también pudieron expresar su admiración hacia la novela, no sólo desde el punto de vista del contenido, que fue largamente comentado, sino especialmente desde el punto de vista formal. En definitiva, fue una tarde con Delibes y con Amparo, en la que el primero nos brindó la magnífica materia prima para leer, la novela, y la segunda nos ofreció toda una exégesis para comprender más y mejor la grandeza de una literatura escrita en mayúsculas. Gracias.

Mi vida al aire libre. Miguel Delibes

Jueves 9 de enero de 2014

Estrenamos año y lectura en una nueva reunión de Club de lectura Con mucho gusto, de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía. En este caso rindiendo un merecido homenaje a uno de nuestros escritores fundamentales, Miguel Delibes y su obra, Mi vida al aire libre. El invitado que eligió y comentó el texto fue José Ignacio Barbero González, Profesor del área de Didáctica de la expresión corporal y editor de la revista “Agora para la educación física y el deporte”.

 Mi vida al aire libre

José Ignacio comenzó señalando la relación entre su actividad profesional y la obra elegida de Delibes, en la que se suceden multitud de cuestiones relacionadas con la actividad física, con el deporte y con la carga filosófica que ambas cuestiones contienen. Así, puso en relación el concepto del deporte frente a la práctica de ejercicio, y en el caso de Delibes, la “vida al aire libre”. En este sentido, la obra del autor vallisoletano provocó un interesante debate, también de carácter lingüístico, acerca de dichos términos asociados a la actividad, tanto deportiva como lúdica.

Publicada por Destino en 1989, Mi vida al aire libre es descrita en la página de la Fundación Miguel Delibes del siguiente modo (http://www.fundacionmigueldelibes.es/obras.html#obras/mi-vida-al-aire-libre):

En “Mi vida al aire libre (Memorias deportivas de un hombre sedentario)”, Delibes rememora los diferentes deportes que ha practicado a lo largo de su vida: desde su temprana afición a la caza como morralero de su padre a su pasión por el fútbol, pasando por la práctica del ciclismo, la motocicleta o incluso el tenis.

Estas memorias y recuerdos están contados con un tono y lenguaje desenfadado y lleno de humor, no exento de nostalgia, que hace que el libro se lea con la misma fruición y complacencia que cualquiera de sus novelas.

Las obras “Mi querida bicicleta”, “La vida sobre ruedas” y “Un deporte de caballeros” -concebidas para un público infantil- recogen algunos de los capítulos de “Mi vida al aire libre (Memorias deportivas de un hombre sedentario)”.

Pero los asistentes ayer tuvimos la oportunidad de aprovechar el texto para reflexionar acerca de otros muchos elementos que están plasmados en él y que enriquecen, aún más, el conocimiento de la obra del escritor, y todo ello porque José Ignacio, como profesional y gran lector, nos abrió la puerta a la reflexión de diferentes temas relacionados con el deporte. Alguno de estos asuntos que están tratados en el libro que comentamos fueron la distinción entre deporte y actividad física, el análisis de la visión sociológica del siglo XX en el aspecto deportivo, su vinculación a una clase social determinada y en consecuencia la aparición de una idea peyorativa del deporte relacionada con la vida ociosa, o el carácter masculino del deporte. Hay que recordar que Delibes pertenecía a la burguesía de la época y que la actividad física es parte importante de su educación “a la francesa” recibida por su padre, teniendo en cuenta que en esa época, el deporte/actividad física era algo minoritario y distintivo.

Asimismo se señalaron cuestiones de gran interés, como el hecho de que practicar deporte también es ser espectador (idea presente en Delibes); de hecho, los deportes de competición existen porque hay espectadores, deporte-espectáculo, o centrado ya en el ámbito literario, la constatación de la escasa literatura existente cuyo tema sea el deporte, lo que nos llevó a pensar que se ha considerado un tema “menor” dentro de la literatura.

Y para terminar constatamos que si bien Mi vida al aire libre no es lo más representativo de la obra de Delibes, presenta unos valores todavía hoy vigentes, representados a través de anécdotas, algunas en tono humorístico, que se alejan del tono más pesimista del autor. Un placer y un agradecimiento a nuestro invitado que generosamente nos ilustró en las lides físico-deportivas.

Imagen de la edición de Círculo de Lectores.

Rutas de M. Delibes en “Mi vida al aire libre”.

Cátedra Miguel Delibes.

Blog de José Ignacio Barbero.

Revista “Agora para la educación física y el deporte”.