Amapola y memoria. Paul Celan

Jueves 16 de mayo de 2019

      Nueva sesión de El club de Lectura “Con
mucho gusto”
, en la que nos hemos adentrado en la lectura de Amapola y memoria, de Paul Celan (Poesía
Hiperión, traducción y notas de Jesús Munárriz, 2016).

Amapola y memoria

           Juan Manuel Rodríguez Tobal, poeta,
traductor y profesor de lenguas clásicas eligió Amapola y memoria, del escritor rumano Paul Celan (1920-1970) para
compartir una tarde de poesía. Como la lectura era complicada, Rodríguez Tobal, en su presentación, comenzó por describir la forma en la que, en su opinión, ha
de acometerse el difícil reto de leer poesía, que consiste en un proceso por
el cual hay que dejar que el poema, las palabras desprovistas de su significado
denotado, entren en uno mismo y salgan transformando de este modo la
experiencia de la lectura; se trata de concebir la poesía como un viaje a lo
desconocido del que el lector extrae una experiencia nueva, guiada por el fluir
de la palabra. En este sentido, expresó su escaso gusto por la poesía actual
figurativa de aquellos poetas que saben lo que van a escribir y que no provoca
en el lector esa experimentación del sentimiento y de los sentidos por encima
de la razón, y mostró su gusto por otra forma de poesía escrita por tanteo, por
un impulso que revela algo al lector. La poesía, para Rodríguez Tobal, es la
expresión de los movimientos del alma.

           En cuanto a la obra elegida de Paul Celan,
Amapola y memoria es la primera obra publicada del autor en 1952, y
recoge la esencia de su obra poética en cuanto a enfrentamiento de elementos
contrarios, aquí amapola como símbolo del olvido (relacionado con la adormidera),
frente la memoria. Celan representa esa poesía que lleva al lector a un
territorio desconocido y que tiene relación con San Juan De la Cruz y su Cántico
espiritual
por la tradición de la que ambos beben y por cuestiones retórico-formales
como es el uso del oxímoron o enlace de contrarios a través de la unión de
palabras contrarias que se complementan en el texto.

En Amapola y
memoria
es intensa la necesidad de olvido, pues el poemario gravita sobre
la experiencia de los campos de concentración nazi, en los que mueren sus padres y
en los que también pasa un tiempo, y el olvido del horror para poder vivir y
sobrevivir. En este contexto, los poemas recobran, a pesar de su dificultad, un
sentido poético que trasciende el horror concreto bajo el que fue compuesto y
al que el lector tiene que enfrentarse sin más armadura que dejarse llevar a un
territorio, el de las palabras, oscuro y bello.

Los participantes
expresaron varias cuestiones que pueden ser resumidas en dos: por un lado, las
derivadas de la dificultad del lenguaje poético y más en este caso, pues la obra
que comentamos es “difícil” para los no acostumbrados a la lectura de textos
poéticos, y por otro lado pero derivada de esta, el problema de la traducción,
máxime en poesía y en una tan densa como la que ayer leímos. En este tema
varias voces señalaron la fidelidad o no de la traducción en el lenguaje
poético y la necesidad no de ser literal pero sí de alcanzar el espíritu y
estilo del original. Sin embargo y por encima de estas observaciones, lo
verdaderamente interesante de nuestro encuentro fue la lectura de varios poemas
de Amapola y memoria, pues si la poesía se nos presenta como el género
de la subjetividad, poco se puede decir más allá de la propia experiencia de la
lectura: la poesía se siente pero en opinión de quien estas líneas escribe, se
presta poco a su exégesis. Con todo y entre otros, leímos el celebrado poema
“Fuga de muerte”, en forma versicular y con ausencia de signos de puntuación,
que está construido como una fuga musical en la que las voces se superponen
como se superponen en el texto la tradición judía (Sulamita) frente a las
referencias a un personaje del escritor alemán por excelencia: la Margarete de Fausto, de Goethe.

Más allá de datos
puntuales referentes a Paul Celan y sus circunstancias históricas como testigo
de la Segunda Guerra Mundial y sus atrocidades, más allá de la oscuridad que su obra
presenta para muchos, Rodríguez Tobal nos brindó una tarde poética en la que
aprendimos y sentimos.

Nuestro agradecimiento por tan generosa lección de
poesía.

Donde las Hurdes se llaman Cabrera. Ramón Carnicer

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Jueves 17 de enero de 2019

      Nuevo año y más libros en el Club de Lectura “Con mucho gusto”,
en esta ocasión para comentar la lectura de Donde
las Hurdes se llaman Cabrera
, de Ramón Carnicer (1964).

Donde
las Hurdes se llaman Cabrera

Varias
circunstancias hacen de esta sesión del club de lectura un momento especial de
encuentro literario porque la elección de esta joya de la literatura española
no es frecuente ni común, tanto por ser un libro de viajes, como por estar
publicado hace 25 años. Responsable de
ello es Alfonso Fernández Manso, quien eligió glosar la obra de Carnicer en un
abierto empeño en reivindicar por un lado al propio escritor y por el otro, la
zona geográfica de la que habla. Fernández Manso, ingeniero de Montes por la
Universidad de Lleida y doctorado en el Departamento de Física Aplicada por la
Universidad de Valladolid, es catedrático en la Universidad de León, escritor y
sobre todo, un gran viajero, tanto en lejanas latitudes como en nuestra tierra
más cercana. Por ello, una obra como la que ayer comentamos, supone para él,
como señaló, cercanía geográfica, biográfica y emocional, pues no en vano, su
último libro Viaje a una provincia
invisible
, se sitúa en El Bierzo.

Ramon
Carnicer, intelectual de mediados de siglo -había nacido en Villafranca del
Bierzo en 1912-, hombre de inquietudes académicas y culturales emprende en 1962
un viaje de una semana a pie por la Cabrera, una comarca leonesa marcada por la
pobreza y el olvido. Fruto de ese viaje a la geografía física y sobre todo
humana de la Cabrera leonesa es Donde
las Hurdes se llaman Cabrera
, donde Carnicer relata lo que había podido
ver en su recorrido por el valle del río Cabrera. A su paso por las diferentes
aldeas, el escritor va describiendo el medio físico y las formas de vida de los
habitantes de la zona, en una perfecta combinación de paisaje y paisanaje.
Distintos personajes salen a su paso con los que conversa, viaja o convive, lo
que da pie a profundizar en todos los aspectos de la vida de los habitantes de
una de las zonas más deprimidas de España. La Cabrera se presenta como un
territorio casi mítico en el que se sucede el tiempo cíclico y donde la
naturaleza y las propias habilidades permiten a los humanos subsistir usando
los recursos y las habilidades naturales y viviendo en comunidad. Con una prosa
magnífica, llena de matices, y un léxico rico en variantes, Carnicer rescata del
olvido una zona y unas personas pobres en lo material y rica en valores, y lo
hace sin juzgar en ningún momento lo que ve, oye o vive. El libro, que suscitó
en su día muchas y variadas polémicas, ha sido reeditado hasta en siete
ocasiones y desde 2012 , fecha de su última reedición, ha vuelto a tener cierta
voz en los medios, debido al momento actual de denuncia de esa España vacía
consecuencia de una despoblación masiva. De hecho, la Cabrera está
prácticamente deshabitada hoy en día, por lo que este libro adquiere una
significación añadida como documento histórico, antropológico y humano de lo
que fue en su día.

Fernández
Manso presentó de este modo el viaje de Carnicer, en una evocación casi
romántica de formas de vida rurales. ya en extinción, en una denuncia de las nuevas
vías por las que transita el ser humano en las que la civilización ha traído
consigo avances materiales pero también pobreza humana. El modelo tradicional
de vida rural ha sido sustituido por formas de vida alternativas al aniquilarse
la cultura y el paisaje funcional que sustentaban estos territorios. Los
lectores, aun reconociendo la valía literaria de este texto como libro de
viajes modelo de su género, no dejaron de advertir la extrema pobreza del vivir
diario de las personas con las que dialoga Carnicer; frente a la idealización
de la pureza en los entornos naturales del pasado, la necesidad es también la
causa de esa despoblación a la que la Cabrera, como tantas otras zonas de
España, se ha visto abocada, enfrentando por este camino los avances en las
formas de vivir que trae la civilización frente a las formas naturales de
convivencia entre las personas y con el entorno. Se habló entonces de la
felicidad de esas gentes sencillas que se conformaban con tan poco y se
cuestionó si realmente era esa una vida tan profunda y llena de valores como el
libro parece sugerir.

Como
ayer se pudo comprobar, Donde las Hurdes
se llaman Cabrera
es sin duda un texto de reflexión, no solo literaria en
cuanto libro de viajes, sino también en cuanto a la exposición del modelo de vida
que describe, no tan lejano pero ya perdido en el que los valores que
sustentaban la convivencia eran muy diferentes a los actuales. Anticipa, sin
saberlo, lo que irremediablemente ha sucedido en muchas zonas en las que el
hombre del siglo XXI ha abandonado el entorno en el que ya no sabe ni puede
vivir. Por eso decía en líneas anteriores lo especial de comentar un libro como
el que hoy nos trae a este club de lectura, porque no es frecuente en reuniones
de este tipo leer un texto en cierta forma alejado de los gustos literarios
actuales, aunque tras la sesión de ayer, quizá esté más de moda que nunca.

Gracias a Alfonso por recordarnos quienes somos y hacia dónde vamos con la
lectura de las páginas llenas de respeto y de vida que Ramon Carnicer le dedicó
a la Cabrera. Buena reflexión para este comienzo de año.

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Juan Belmonte, matador de toros. Manuel Chaves Nogales

Jueves 15 de noviembre de 2018

      Nueva sesión de El club de Lectura “Con mucho gusto”
que en la tarde del miércoles se reunió para comentar la lectura de Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales (Revista
Estampa, 1934; Libros del Asteroide, 2009).

Juan
Belmonte, matador de toros

Fernando Conde Parrado fue el invitado que eligió y
glosó la obra de Chaves Nogales en una sesión repleta de referencias culturales
y artísticas. Director del Aula de Cultura de El Norte de Castilla y Técnico
superior de la Fundación Siglo de la Junta de Castilla y León, tres veces
licenciado (Hispánicas, Clásicas y Teoría de la Literatura y Literatura
Comparada), máster en Economía de la Cultura y Gestión Cultural, habitual en
medios de comunicación y experto en creación y desarrollo de proyectos
culturales, solo Fernando podía elegir una obra tan especial, magnífica y a la
vez, desconocida para el gran público.

Fernando explicó que la elección se debía a varias
circunstancias que tienen que ver con la prosa de Chaves Nogales, lúcida y
genial, con el propio escritor y por supuesto, con el personaje que biografía,
el torero Juan Belmonte, hombre inteligente, triunfador absoluto en las artes
del toreo en la primera mitad del siglo XX, pero a la vez profundo y en cierto
modo enigmático.

Juan Belmonte, matador de toros es una biografía novelada del
torero Juan Belmonte escrita por el periodista y escritor Manuel Chaves
Nogales, cuya peripecia vital también se glosó ayer y que de forma resumida se
concentra en la vida de un hombre fiel a sus principios y a sí mismo, azañista
y republicano cuya denuncia de los atropellos de ambos bandos durante la guerra
civil le costó muy caro; convertido pronto en un hombre incómodo para todos, su
prematura muerte a los 46 años no impidió que dejara un legado de 20 libros,
que felizmente están siendo descubiertos para los lectores en los últimos años.

La
primera afirmación de Fernando Conde en su presentación fue un reconocimiento
de afinidad con el texto elegido al señalar que Juan Belmonte, matador de toros no es un libro taurino, a pesar de
lo que pueda sugerir el título, sino un tratado de toda la literatura española
(un “libro mutante” dijo Felipe Benítez Reyes en su prólogo a la edición de la
obra de 2009), puesto que entre sus páginas hay una variedad magistral de
registros para expresar amor, filosofía, historia, picaresca, confesión, algo
de libro de memorias, prosa poética, mucho de arte taurino, humor e ironía,
bastante de quijotesco y cervantino, sumados a una considerable capacidad de
predicción. Se trata pues de un texto conformado a través de los más variados
tipos de prosa, sin olvidar que Chaves Nogales era periodista. En este sentido,
Fernando fue leyendo párrafos que ejemplificaban cada uno de estos extremos
para concluir que la escritura de Chaves Nogales se presenta ante el lector
actual como una de las mejores del siglo pasado cuyo reconocimiento general
espera aún por llegar.

En
las intervenciones de los miembros del club fue significativo que el aprecio general
que mostraron por este texto coincidiera con personas desconocedoras del arte y
de la historia de los toros o cercanas a posturas anti taurinas; efectivamente,
no se trata de un libro de toros sino de la semblanza,  bajo todos los puntos de vista, de un hombre
singular, triunfador, pasional, vocacional hasta el fin pero a la vez tímido y retraído.
Es la profundidad con la que Chaves Nogales presenta el vivir y el sentir del torero
lo verdaderamente admirable del libro, cuyas páginas se adornan de la prosa
exacta de acuerdo a la anécdota o la emoción que en cada momento pretende
trasmitir. De hecho, cada capítulo se puede leer de forma independiente, como
una faena en si mismo -por acudir a un término taurino-, que tiene sentido
dentro y fuera del conjunto del libro. Tal es la maestría del uso del lenguaje que
despliega entre sus páginas.

Aun
con todo y a pesar del reconocimiento general, hubo quien admitió no haber
conectado plenamente con el contenido por la posible idealización con la que el
escritor presenta al torero, circunstancia que en ocasiones distancia al lector
del personaje biografiado. En este sentido, se debatió acerca del arte taurino,
de los toreros de entonces y de ahora, de la pasión y la vocación que gobiernan
determinado arte e incluso profesión, en definitiva, se habló de vida.

Tarde
memorable la de ayer en la que de la mano de la erudición de Fernando Conde, al
que desde estas líneas agradecemos su presencia, se nos presentó un magnifica
biografía en la que, bajo un tratamiento admirable de la forma, pudimos admirar
al torero y al escritor. Chapó.

Mi idolatrado hijo Sisí. Miguel Delibes

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Jueves 18 de octubre de 2018

      Nuevo
curso y nueva sesión de El club de Lectura “Con mucho gusto” que en la tarde
de ayer inauguró su séptima edición. Volvemos con energías renovadas e
iniciamos las lecturas con Mi idolatrado
hijo Sisí
, de Miguel Delibes (Destino, 1953).

Mi
idolatrado hijo Sisí

           Para la ocasión el invitado que
eligió y glosó esta novela fue Javier Ortega, director de la Fundación Miguel
Delibes
, entidad privada sin ánimo de
lucro que como se indica en su página fue “constituida en Valladolid el 12 de
marzo de 2011 coincidiendo con el primer aniversario del fallecimiento del
escritor y académico” y cuya labor es el cuidado del legado cultural del escritor
vallisoletano Miguel Delibes (1920-2010). Además, ayer 17 de octubre era el
cumpleaños del escritor, por lo que Javier Ortega y los participantes celebramos
su onomástica con la lectura de su obra.

           En su presentación, Ortega señaló que la elección de Mi idolatrado hijo
Sisí
, cuarta novela del escritor, respondía en parte a que, a pesar de tener
una muy buena acogida en el momento de su publicación, es de las menos
conocidas en la actualidad, o quizá tendríamos que señalar de las menos leídas.
Como curiosidad, aportó el Expediente de Censura de la novela, fechado en 1953
por el Ministerio de Información y Turismo, en el que se autoriza su
publicación al tiempo que se resume su argumento.

           En Mi idolatrado hijo Sisí Delibes relata la vida de Cecilio Rubes,
propietario de una tienda de sanitarios, prototipo de burgués egoísta, mezquino,
con ínfulas, casado con una mujer a la que no ama, manteniendo a una amante y
sometido por su madre cuya condición se ve reforzada con el nacimiento de su
hijo Sisí. El nacimiento y desarrollo de este hijo, al cual no educa y al que
consiente todos los caprichos, le sirve al escritor para levantar en torno a
Cecilio Rubes una crítica a la burguesía urbana y su falsa moral, un ataque a
la defensa del hijo único, a la No educación, todo ello confirmado con la
fatalidad del final de la obra, cuando a la muerte de Sisí en un bombardeo al
filo de la Guerra Civil sigue el suicidio del propio Rubes. Temporalmente la
novela se halla dividida en tres partes que abarcan desde comienzos del siglo
XX hasta la Guerra Civil.

           Los comentarios a la novela fueron
muchos y de diferente índole; fue interesante comprobar que gran número de los
participantes no la habían leído nunca, lo que corrobora el hecho de que es una
novela poco leída dentro de la narrativa del escritor. Contextualizando la
escritura de la obra, es importante señalar que en ese momento Delibes tiene 33
años, varios hijos y vive en un Valladolid que se ve reflejado en muchos de los
ambientes descritos en las páginas que ayer comentamos. Sorprende en este
aspecto la destreza en la pintura de caracteres, fruto de la observación
minuciosa por parte del escritor, que aquí se convierte casi en artesano, de
las formas de vida de comienzos del siglo XX y las maneras en las que se desarrollaban
los personas en su diferente condición: hombres, mujeres, niños, ricos, pobres,
burgueses o gente de peor vivir. Todos aparecen en la novela con tal riqueza de
matices que el lector parece conocerlos, pues no sólo se describen físicamente,
sino que cada uno manifiesta un idiolecto que se ve perfectamente representado
en un lenguaje trabajado. También se detalla con maestría la vida doméstica con
todo detalle, pues es esta novela de interiores: las casas, el Casino, la
tienda de sanitarios….

           Uno de los elementos que llamaron la
atención a los lectores es el tratamiento de los personajes femeninos: la
esposa abnegada y, aunque con sentido, algo frívola, la otra variante de esposa
feliz teniendo un hijo por año, la mujer mantenida, la madre o las jóvenes;
modelos de mujer muy alejados en ocasiones de la situación actual pero que por
su descripción constituyen un valioso documento histórico para analizar la realidad
femenina en otros momentos de la historia. Y es que esta novela, como muchas
otras de su autor, puede ser en la actualidad referente ficcional para el
análisis de la vida, tanto en el ámbito urbano como en otras obras en el rural,
de épocas pasadas por el detallado fresco social y físico que propone.

           Aunque hubo quien señaló que la novela
formalmente contiene algunos fallos formales que fueron superados en obras
posteriores de Delibes, hubo coincidencia en señalar que el valor de Mi idolatrado hijo Sisí está en ese
retrato magnífico de  personajes con los
que el escritor presenta la cotidianidad de un hombre, Cecilio Rubes,
representante de todos los males de la burguesía urbana crecida y pretenciosa.
Es la descripción de esa sociedad y las diferentes escalas de valores de los personajes
lo que otorga grandeza al texto, además de muchos otros elementos que el futuro
lector descubrirá al leer esta novela.

           Agradecemos desde estas líneas a
Javier Ortega su participación porque con la elección de Mi
idolatrado hijo Sisí
se cumplió una doble función: homenajear a Miguel
Delibes y comenzar esta edición del club de lectura con un verdadero placer
literario.

¿Por qué no voy a un club de lectura?

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  • Porque no me gusta leer
  • Porque no tengo tiempo, ni para leer ni para asistir al club
  • Porque no me gusta hablar en público
  • Porque no me gusta leer por obligación
  • Porque me da vergüenza compartir mis opiniones
  • Porque el debate puede ser muy elevado para mí
  • Por pereza
  • Porque me parecen aburridos
  • Porque tengo cosas más interesantes y divertidas que hacer
  • ¿… / …?

Ya dicen las encuestas que los españoles leemos poco.

Y tú ¿por qué no te apuntarías nunca a un club de lectura?

Atento a este blog porque en breve vamos a intentar hacerte cambiar de opinión…

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