Juan Belmonte, matador de toros. Manuel Chaves Nogales

Jueves 15 de noviembre de 2018

      Nueva sesión de El club de Lectura “Con mucho gusto”
que en la tarde del miércoles se reunió para comentar la lectura de Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales (Revista
Estampa, 1934; Libros del Asteroide, 2009).

Juan
Belmonte, matador de toros

Fernando Conde Parrado fue el invitado que eligió y
glosó la obra de Chaves Nogales en una sesión repleta de referencias culturales
y artísticas. Director del Aula de Cultura de El Norte de Castilla y Técnico
superior de la Fundación Siglo de la Junta de Castilla y León, tres veces
licenciado (Hispánicas, Clásicas y Teoría de la Literatura y Literatura
Comparada), máster en Economía de la Cultura y Gestión Cultural, habitual en
medios de comunicación y experto en creación y desarrollo de proyectos
culturales, solo Fernando podía elegir una obra tan especial, magnífica y a la
vez, desconocida para el gran público.

Fernando explicó que la elección se debía a varias
circunstancias que tienen que ver con la prosa de Chaves Nogales, lúcida y
genial, con el propio escritor y por supuesto, con el personaje que biografía,
el torero Juan Belmonte, hombre inteligente, triunfador absoluto en las artes
del toreo en la primera mitad del siglo XX, pero a la vez profundo y en cierto
modo enigmático.

Juan Belmonte, matador de toros es una biografía novelada del
torero Juan Belmonte escrita por el periodista y escritor Manuel Chaves
Nogales, cuya peripecia vital también se glosó ayer y que de forma resumida se
concentra en la vida de un hombre fiel a sus principios y a sí mismo, azañista
y republicano cuya denuncia de los atropellos de ambos bandos durante la guerra
civil le costó muy caro; convertido pronto en un hombre incómodo para todos, su
prematura muerte a los 46 años no impidió que dejara un legado de 20 libros,
que felizmente están siendo descubiertos para los lectores en los últimos años.

La
primera afirmación de Fernando Conde en su presentación fue un reconocimiento
de afinidad con el texto elegido al señalar que Juan Belmonte, matador de toros no es un libro taurino, a pesar de
lo que pueda sugerir el título, sino un tratado de toda la literatura española
(un “libro mutante” dijo Felipe Benítez Reyes en su prólogo a la edición de la
obra de 2009), puesto que entre sus páginas hay una variedad magistral de
registros para expresar amor, filosofía, historia, picaresca, confesión, algo
de libro de memorias, prosa poética, mucho de arte taurino, humor e ironía,
bastante de quijotesco y cervantino, sumados a una considerable capacidad de
predicción. Se trata pues de un texto conformado a través de los más variados
tipos de prosa, sin olvidar que Chaves Nogales era periodista. En este sentido,
Fernando fue leyendo párrafos que ejemplificaban cada uno de estos extremos
para concluir que la escritura de Chaves Nogales se presenta ante el lector
actual como una de las mejores del siglo pasado cuyo reconocimiento general
espera aún por llegar.

En
las intervenciones de los miembros del club fue significativo que el aprecio general
que mostraron por este texto coincidiera con personas desconocedoras del arte y
de la historia de los toros o cercanas a posturas anti taurinas; efectivamente,
no se trata de un libro de toros sino de la semblanza,  bajo todos los puntos de vista, de un hombre
singular, triunfador, pasional, vocacional hasta el fin pero a la vez tímido y retraído.
Es la profundidad con la que Chaves Nogales presenta el vivir y el sentir del torero
lo verdaderamente admirable del libro, cuyas páginas se adornan de la prosa
exacta de acuerdo a la anécdota o la emoción que en cada momento pretende
trasmitir. De hecho, cada capítulo se puede leer de forma independiente, como
una faena en si mismo -por acudir a un término taurino-, que tiene sentido
dentro y fuera del conjunto del libro. Tal es la maestría del uso del lenguaje que
despliega entre sus páginas.

Aun
con todo y a pesar del reconocimiento general, hubo quien admitió no haber
conectado plenamente con el contenido por la posible idealización con la que el
escritor presenta al torero, circunstancia que en ocasiones distancia al lector
del personaje biografiado. En este sentido, se debatió acerca del arte taurino,
de los toreros de entonces y de ahora, de la pasión y la vocación que gobiernan
determinado arte e incluso profesión, en definitiva, se habló de vida.

Tarde
memorable la de ayer en la que de la mano de la erudición de Fernando Conde, al
que desde estas líneas agradecemos su presencia, se nos presentó un magnifica
biografía en la que, bajo un tratamiento admirable de la forma, pudimos admirar
al torero y al escritor. Chapó.

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