Los santos inocentes. Miguel Delibes

Jueves 27 de noviembre de 2014

Ayer tuvo lugar un nuevo encuentro del Club de lectura Con mucho gusto, de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, en el que el libro a comentar fue Los santos inocentes, de Miguel Delibes.

 Los santos inocentes

Comentar un libro de Miguel Delibes no resulta fácil en un caso como el que nos ocupa y ello por varias razones, entre ellas, porque ya tuvimos ocasión de traer a nuestro club de lectura otro texto suyo (Mi vida al aire libre, en enero de este año); también por tratarse de un escritor vallisoletano y encontrarnos en su ciudad natal, y en tercer lugar, porque pudiera parecer que todo está ya dicho en torno al autor y su obra. Sin embargo, la invitada que eligió y comentó el texto fue Amparo Medina-Bocos, una de las mayores conocedoras de la obra de Delibes, como lectora, investigadora y maestra. Amparo ha sido catedrática de literatura española en el instituto Ramiro de Maetzu de Madrid, y profesora en la UNED. Su pasión y conocimiento de la obra de Delibes quedaron plasmados ayer en nuestro encuentro con ella, ya que nos brindó un estudio completo de la obra.

Amparo comenzó justificando la elección de Los santos inocentes: primero por ser de Delibes, autor de la que ella es apasionada, segundo, por ser un autor de Valladolid, y en tercer lugar, porque considera que esta obra es la más redonda de la extensa producción del autor. Y para ello trajo un texto escrito, porque como el propio Delibes señaló, se trata de decir mucho con el menor número de palabras posible.

En Los santos inocentes, obra que junto al relato “Los nogales” eran las que más le gustaban a su autor, se hallan varios de los elementos constantes en la narrativa de Delibes: la naturaleza, la muerte y el conflicto social. Y al igual que hiciera el autor con obras anteriores como en El camino o en Diario de un emigrante, abandona Castilla y sitúa los acontecimientos de la obra en el campo extremeño. De la mano y sabiduría de Amparo, tuvimos la oportunidad de conocer otros datos en torno a la gestación de esta novela no tan conocidos, como que el proceso de escritura fue muy dilatado en el tiempo, pues comienza en los años 60 y se termina en 1980. En ella se abordan las relaciones, casi feudales, entre los señores y los criados en los años 60 del pasado siglo en una finca del campo extremeño. Presenta una división en seis libros –como los denomina Delibes- en los que en los cuatro primeros se centran en la presentación de los personajes y los dos últimos son más narrativos y en ellos se desencadena la tragedia final.

Para Amparo Medina-Bocos son dos las particularidades que sobresalen cuando se lee Los santos inocentes: que es la más dura del autor y que es la más poética. Por ello es necesario referirse al estilo de la novela, en gran medida experimental y ya anunciado en obras anteriores como El camino y Las ratas. Este estilo es depurado, alejado de ciertos excesos retóricos anteriores, y se acerca a la vanguardia literaria, como también lo hace en otras obras como Cinco horas con Mario. Así, hay caso omiso a las normas de puntuación otorgando al conjunto un carácter poético y oral. Especialmente significativa es en esta novela el uso magistral de la voz narradora, que se puede adivinar en dos esferas, una voz popular y una voz culta, como demostró Amparo al repartirnos unos folios con los textos que lo corroboran, así como la disposición casi en versículos convirtiendo el texto en un poema en prosa.

En cuanto al título tiene dos posibles significados, ya que los inocentes” remite al texto bíblico de sobra conocido, pero también al apelativo con el que en Castilla se llamaba y se llama a las personas con alguna incapacidad. Y en este sentido parece usarlo Delibes en boca del personaje de Régula para referirse a Azarías y Charito, los dos “inocentes” de la obra.

Por otro lado, es difícil referirse a Los santos inocentes sin mencionar la película homónima que el director Mario Camus realizó en 1983; se trata sin duda de una espléndida adaptación, la mejor de los textos del escritor vallisoletano, en la que uno de los mayores logros fue la elección de los actores, hasta el punto de que se puede afirmar que Camus “puso cara” a los personajes de la novela, y así han perdurado en la imaginación colectiva de todos nosotros.

Los asistentes también pudieron expresar su admiración hacia la novela, no sólo desde el punto de vista del contenido, que fue largamente comentado, sino especialmente desde el punto de vista formal. En definitiva, fue una tarde con Delibes y con Amparo, en la que el primero nos brindó la magnífica materia prima para leer, la novela, y la segunda nos ofreció toda una exégesis para comprender más y mejor la grandeza de una literatura escrita en mayúsculas. Gracias.