Apabullante silencio extranjero. Fernando Fonseca


Lunes 25 de abril de  2016

El club
de Lectura “Con mucho gusto”, tuvo el viernes día 22 de abril un nuevo
encuentro pero con características distintas, ya que varios componentes de
clubes de lectura de la ciudad de Oviedo organizados por Chelo Veiga nos visitaron
en la Biblioteca Reina Sofía. Este grupo de lectores asturiano eligió la obra a
comentar y a su autor, también presente en la sesión; se trata de la novela Apabullante silencio extranjero, de
Fernando Fonseca (Pez de Plata, 2014).

Apabullante silencio extranjero

           Podemos
decir que en esta ocasión el invitado fue múltiple, pues todos los integrantes
de Oviedo, con Chelo a la cabeza junto al escritor Fernando Fonseca se
acercaron a Valladolid para compartir las impresiones de Apabullante silencio extranjero. Después de las presentaciones,
Chelo introdujo al escritor y su obra y pronto le cedió la palabra para de
nuevo en nuestro club de lectura oír al autor del libro a comentar.

           Fernando
Fonseca es un escritor con oficio, un artesano del lenguaje, persona sincera y
cercana que con esta novela consolida una ya extensa carrera literaria. Apabullante silencio extranjero es una
rara avis en el panorama de las
letras españolas en los tiempos actuales, pues lejos de modas y referentes
mediáticos, su prosa se mueve entre la orfebrería lingüística y la ficción
poderosa a caballo entre cierto realismo y toques mágicos. El asunto de libro
es también poderoso bajo su aparente sencillez: Verbo Paulatino, trabajador de
mediana edad con una triste vida, es despedido de su empresa; a partir de este
momento su vida pasa a ser la del cesante que con todo el tiempo del día tiene
que descubrir nuevas maneras de llenar su existencia. Y de esta forma
descubrirá que ciudadanos como él se siguen unos a otros a escondidas, en una
interminable fila de seguidores y seguidos. De la mano de su amiga María Salesa
emprenderá el negocio más extraño y no por ello menos necesario en estos
tiempos como es una tienda de palabras, La Palabrería. Verbo Paulatino,
consciente de la pérdida de palabras que caen en desuso y olvido, y sabedor de
la dificultad de encontrar las palabras precisas en determinados momentos de la
vida, crea La máquina de la Ilusión y el
Albedrío
, que le suministra las palabras necesarias en cada circunstancia. En
épocas como la actual en la que debido a factores históricos -y en gran medida
tecnológicos- la palabra se pierde el declive de nuestra lengua es evidente,
tanto en su manifestación escrita como oral. Por ello, el asunto de la novela
es de más calado de lo que aparentemente pueda parecer, derivando hacia cierto
fondo existencial y filosófico.

           Con este
argumento es fácil comprender la sorpresa que los participantes de la sesión
manifestaron ante el texto, puesto que a una primera parte más ralentizada y
verosímil, le sigue la creación de La Palabrería y su funcionamiento en casos
concretos de clientes que allí acuden en busca de palabras, de carácter
surrealista y entroncado con cierto realismo mágico. Además, toda la acción
tiene lugar en Ciudad Ajada, trasunto literario de la ciudad de Oviedo, que los
lectores de dicha ciudad reconoce en sus calles, plazas, lugares públicos,
etc., pero dotada aquí de un nueva mirada de su zona antigua, muy bien descrita
y original, difícil teniendo en cuenta que la ciudad asturiana es una de las
más literarias de cuantas se han descrito en la literatura española.

           Se trata de
un texto peculiar en su fondo y perfecto en su forma, pues por encima de los
avatares de Verbo Paulatino y del resto de personajes, subyace en la novela una
elaboración del lenguaje precisa, directa, culta y muy elaborada. Los
participantes tuvieron la oportunidad de charlar con Fernando Fonseca y
plantearle algunas cuestiones acerca de la elaboración de la novela, de su
forma de escribir y todas aquellas curiosidades que tienen que ver con
capítulos concretos de la obra.

           Apabullante silencio extranjero se
presentó ante nosotros como un texto insólito, tanto en su forma como en su
fondo, con una prosa fluida y algo arcaizante, con las páginas justas, preciso
en su brevedad que logra sorprender precisamente por eso, por lo llamativo de
la propuesta literaria que aporta. Además, en una edición sumamente cuidada con
una ilustración original para la novela del artista asturiano José Paredes.

           Gracias por
ello a Fernando Fonseca por su generosidad al venir a Valladolid a enfrentarse
a sus lectores, y un agradecimiento muy sincero a Chelo Veiga y todo el grupo
de lectura de Oviedo que nos acompañaron por tierras castellanas leyendo al
unísono letras asturianas.

Las puertas del paraíso. Nerea Riesco


Jueves 17 de marzo de  2016

El club
de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, tuvo el miércoles 16 de marzo un nuevo encuentro, esta vez con una novela de Nerea Riesco, Las puertas del paraíso (Grijalbo, 2015).  

Las puertas del paraíso

           La persona
encargada de elegir y presentar esta novela fue Ángel Poncela, jubilado de
sector industrial, en concreto de la rama de Química, que ha visto en su
jubilación la oportunidad de seguir enriqueciendo sus conocimientos y forma de
vivir asistiendo, hace ya unos años, a la Universidad Permanente Millán Santos
y a la Universidad de la Experiencia, en las que ha sido y es un activo como
estudiante y como participante en las diferentes actividades que en ellas se
organizan.

           Ángel nos
introdujo de forma muy completa y brillante en la autora y su obra. Las puertas del paraíso es una novela de
la joven escritora Nerea Riesco, y con ella se adentra en un tipo de literatura
que combina de forma eficaz amor, aventura, amistad, traición y sobre todo,
historia. Todo ello en un texto de gran extensión en el que la prosa fluye con
facilidad. Las puertas del paraíso relata
la historia de un personaje, Yago, en la España convulsa de la conquista de
Granada. Contada en primera persona cuando el personaje es un hombre adulto y
vive asentado en territorio musulmán con su familia, la historia comienza con
su nacimiento en Valladolid, la muerte de su madre en el parto y su ceguera,
puesto que el personaje es invidente. A partir de estas circunstancias vitales
Yago viajará con su padre –cocinero de los Reyes Católicos- por la España
cristiana y musulmana de finales del siglo XV, en la que conocerá el mundo
desde su ceguera. Las diversas aventuras por las que pasará, en las que los
personajes se hallan claramente definidos en buenos y malos, junto con el amor,
primero la fascinación por Concepción y después, ya en territorio musulmán, el
amor auténtico por Nur, hermana de Boabdil, configuran una narración amena,
fluida y muy del gusto de la novela actual en alguna de sus variantes
temáticas.

           Uno de los
elementos que más destacan en Las puertas
del paraíso
, como ayer señalamos, es el trasfondo histórico en el que se
mueven los personajes. Si bien el relato del periplo vital del Yago pertenece a
la ficción literaria, el lugar y espacio en el que se realiza contiene una gran
carga de documentación histórica de esa España de los Reyes Católicos, en su
intento y triunfo final de reconquista con la toma de Granada. En las páginas
de Nerea Riesco se adivina una muy completa y meritoria labor de documentación,
que lejos de entorpecer la trama principal de la obra, la enriquece, puesto que
está perfectamente ensamblada en el texto.

           Con todo,
ayer hubo comentarios que destacaron algunos puntos conflictivos de la novela,
sobre todo los que tienen que ver con el personaje principal, Yago, y con las
voces de la narración. En cuanto al protagonista, que en la segunda parte de la
obra recuperará la vista gracias a la maestría médica de los árabes (lamento el
spoiler), resulta difícilmente creíble en su propia concepción, ya que cuesta
creer que un muchacho ciego, nacido en un entorno social bajo y sin la figura
materna, en el siglo XV, pudiera saber, hablar y ser como se nos muestra al
lector desde el principio. Y esta objeción al personaje tiene que ver sobre
todo, con el hecho de que es él quien relata su historia. Su conocimiento de la
vida  y de las pasiones humanas, su
honestidad y su actuación a lo largo de toda la obra son tan positivas que
resulta poco verosímil. Por otro lado, el personaje vive primero en zona
cristiana, en Castilla, y después en el Al-Andalus con lo que la autora puede
mostrar historia, arte y formas de vida de ambas culturas, enriqueciendo sin
duda su texto.

           Otros
señalaron que la novela está algo cargada de tópicos y se sitúa en una época
histórica que ya nos es conocida, por la historia y recientemente por medios
audiovisuales, con lo que la capacidad de sorpresa es menor. Con todo, se
señaló la visión de un contexto conocido bajo la mirada de un ciego, de Yago,
con lo que la narración aparece envuelta en una atmósfera de cuento de hadas.

           Mucho más se
podría señalar de una novela tan extensa, en la que las aventuras de ficción
corren parejas a la circunstancia histórica, pero sea suficiente lo dicho para
recalcar que su lectura resulta entretenida. Las puertas del paraíso se inserta de lleno y dignamente en un tipo
de literatura popular, de gran aceptación por parte de los lectores, que buscan
en la literatura un  placer sin
pretensiones, que en los tiempos actuales no es poco. Gracias por ello a Ángel
Poncela, que la eligió mientras la disfrutaba en la playa.

También esto pasará. Milena Busquets

Jueves 14 de enero 2016

Nuevo
año y nuevo encuentro de El Club de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la
Biblioteca Reina Sofía, para comentar la novela: También esto pasará, de Milena Busquets (Anagrama, 2015).  

También esto pasará  

           Con la intención
de que nuestros invitados pertenezcan, entre otros, a ámbitos profesionales
relacionados con la literatura, hemos tenido el placer de inaugurar el año con
una librera, Soraya González, propietaria de El árbol de las letras, librería de referencia en Valladolid. Y
Soraya, con generosidad y buen hacer que desde aquí agradecemos, ha propuesto
esta novela de Milena Busquest, que ha conseguido calentar el debate literario.

           Es indudable
lo que perturban al lector aquellos textos que, bajo distintas fórmulas,
abordan temas esenciales para todo ser humano como son el amor, la muerte, la
maternidad…. Y También esto pasará
es un buen ejemplo de ello. La intrahistoria de esta breve novela es sencilla:
Milena Busquets escribe con motivo de la muerte de su madre, Esther Tusquets (editora,
escritora, mujer fuerte de la cultura), un intenso relato, en forma casi de
epístola, como búsqueda de sí misma y homenaje a su progenitora. Alabada por la
crítica y con triunfante éxito de ventas, esta obra esconde una profunda
reflexión acerca de muchas cuestiones que tienen que ver, en última instancia,
con la forma en la que cada uno vive el luto.

           La muerte de
la madre y el repaso a la propia vida configuran un relato que bajo una
apariencia sencilla, invita a la reflexión y al debate. La novela se sitúa
durante un verano (como tantos) en Cadaqués, a donde acuden la protagonista
Blanca, su familia y amigos con motivo del funeral de la madre. En los días
posteriores a la muerte, Blanca va desentrañando su propia vida y la de su
madre, en un intercambio de modos narrativos, en los que predominan la 1ª y la
2ª persona en interpelaciones directas a la madre, a la que se dirige
continuamente. De este modo, el lector va conociendo la vida de la protagonista
y de su entorno, pero sobre todo va descubriendo el desasosiego y desconcierto
en el que se halla. Y con todo, la prosa fluida, en ocasiones brillante, de
Milena Busquets, hacen de su relato un texto vitalista, optimista, en el que
las tinieblas de la pena se sobreponen gracias a un lenguaje sincero, repleto
de adjetivación, ligero y claro.

           Después de
una acertada presentación por parte de Soraya, en la que ha referido la
relación de este texto con la obra de Françoise Sagan, Buenos días tristeza, los participantes del club han ido aportando
distintas consideraciones principalmente en torno a Blanca, protagonista
absoluta de la novela. Se trata, sin duda, de una novela de personaje, muy
intimista, pero que provoca diferentes reacciones en los lectores, algunas de
ellas antagónicas. Se apuntaron datos del carácter del personaje, considerado por
algunos débil, sin compromiso en la vida con nada ni con nadie y frívola, fruto
de su condición burguesa; otros han visto en ella la búsqueda de la madre a
través de esta misiva personalísima, en la que Blanca elige qué cuenta y cómo.
Por otro lado, rodeada de familia, exmaridos y amigos, no se responsabiliza de
nada, priorizando de forma a veces explícita, los placeres engañosos del sexo o
el alcohol.

           Pero existe
otra lectura en la que es fundamental la atención a los detalles del lenguaje,
que ayudan a desvelar una mayor profundidad en el personaje y en su entorno y
que sitúa a esta novela como una nueva muestra de una narrativa que está en
proceso de cambio, derivada de la posmodernidad, en la que el discurso fluye y
que exige, en ocasiones, despojarse de algunos condicionantes en la lectura,
aceptando –independientemente del juicio final de la obra- las nuevas temáticas
y formas de la literatura. Y bajo este prisma algunos apuntaron hacia una
interpretación distinta tanto del texto en su conjunto como de la protagonista.
En esta visión no prevalece la ligereza, sino que ésta esconde la profundidad
de una vida en el momento en que vive un duelo; en este sentido la obra se
carga de sentido y adquiere mayor consistencia.

Finalmente, es obligada una mención
al Epílogo que cierra la obra, resumen magnífico del sentir humano en el que
con breves retazos se configura un “despertar” de la protagonista, al tiempo
que constituye una buena prueba de amor hacia su madre, quien contándole un
cuento chino le advirtió que “también esto pasará”.

En cualquier caso, También esto pasará movió a un
interesante debate, ¡qué buen comienzo de Año!

Primera memoria. Ana María Matute

16 de diciembre de 2015

He tenido el gran honor de poder presentar la cuarta sesión
del club de lectura «Con mucho gusto», que se reúne en la Biblioteca Reina
Sofía. Desde aquí, quiero agradecer a la profesora Susana Gil-Albarellos su
invitación, que acepté, como no podía ser de otra manera, con mucho gusto.

 Mi elección fue Primera
memoria
, de Ana María Matute, escritora catalana que nos dejó
recientemente, hace poco más de un año. A pesar de los premios cosechados
durante toda su vida (su nombre sonó incluso para el Premio Nobel de Literatura
a finales de la década de 1970), hoy siento que es poco leída. Ojalá sirvan
estas líneas también para reivindicar su excepcional labor.

 Matute ganó el Premio Nadal de 1959 con esta novela, y fue
un reconocimiento merecido. Al leer sus páginas conocemos a tres jóvenes,
Matia, Borja y Manuel, que no quieren dejar de ser niños a pesar de que la isla
en la que viven (Mallorca, aunque no se nombra) está comenzando a llenarse de
los ecos no tan lejanos de una guerra que se está librando en el país. Estamos
en el verano de 1936 y la Guerra Civil Española acaba de estallar.

 Sin embargo, y este fue uno de los primeros puntos que
comenté acerca del libro, no es esta una historia sobre la Guerra Civil. Es
cierto que la contienda aparece como telón de fondo, pero nunca como personaje
principal. Nunca determina las acciones de los personajes, aunque a veces supone
la excusa perfecta para que viejas rencillas del pasado cobren de nuevo
importancia y dividan, lenta pero inexorablemente, la isla en dos bandos.

 Otro punto extraordinario de la novela, en mi opinión, son
los personajes: Matia (que narra la historia en primera persona) y Borja, dos
primos que comparten una relación de amor-odio; el joven Manuel, que tiene que
encargarse de su familia; el pobre Lauro, que terminará muriendo en la batalla.
Todos ellos son personajes redondos, con una evolución clara durante toda la
novela, con sus matices, con sus grises. No son maniqueos, no son ni buenos ni
malos; como tampoco nosotros lo somos siempre. Son humanos, no héroes.

 Aparecen también la abuela, doña Práxedes, que representa
la autoridad estricta, y tía Emilia, un personaje que encarna el hastío de una
mujer que espera a que su marido regrese del campo de batalla. Como olvidar a
Es Mariné y sus cigarros de contrabando, o al misterioso Jorge, de Son Major, entre
otros personajes que siguen resonando en nuestra memoria bastante tiempo
después de haber leído la última línea de la historia.

 Es también esta una novela de momentos, como la magnífica
escena que comparten Matia y tía Emilia en la hora de la siesta. Es imposible
no sentir el agobiante calor que supuran esas páginas del libro, y que nos
embriagan completamente.  

 Pero también es una historia realmente triste, con momentos
terribles: aquel perro muerto que envenena un pozo, aquel corte de pelo en mitad
de la plaza sólo para humillar a una mujer que acaba de perder a su marido. Ciertos
momentos de la novela nos golpean duramente por dentro, haciéndonos pensar en
todo lo que sufrió nuestro país hace casi ochenta años.

 Y quizá lo más dramático de toda la novela es el sentir
general de que a estos niños se les ha acabado el tiempo. Su mundo se ha
pinchado, no sólo por la guerra que resuena en las transmisiones de la radio
sino porque comienzan a darse cuenta de la miseria de la gente, de la soledad
que les inunda en ocasiones… Comienzan, poco a poco, a entender la vida, a
comprender que, como Matia reconoce al final, «la Joven Sirena no consiguió un
alma inmortal, porque los hombres y las mujeres no aman, y se quedó con un par
de inútiles piernas, y se convirtió en espuma».

 Terminada mi exposición inicial, se abrió un rico debate
entre los participantes. Las intervenciones fueron riquísimas y muy variadas.
Se hizo hincapié en la atmósfera de la novela: el calor asfixiante del verano,
el polvo de los caminos, cierta niebla que empaña los recuerdos de Matia,
nuestra protagonista y narradora. Se conectó la historia contada en Primera memoria con la propia vida de la
autora: Ana María Matute fue una niña de la guerra y, aunque no podamos decir
que es una novela autobiográfica en sentido estricto, claramente algo hay en
ella de la autora. Desfilaron por la sala los padres y abuelos de algunos de
los asistentes, que contaban cómo siempre había habido cierto recelo para
hablar sobre la Guerra Civil, un episodio de nuestra historia que aún no parece
cerrado.

 Se discutió también la actitud de Matia. Para algunos,
debía haber tomado las riendas de la novela, debía haber sido un personaje
activo; para otros, actuó tan sólo como la sociedad del momento se lo permitía.
Desde luego, es este un personaje extraño: es la única muchacha que aparece en
la historia y su descripción es, a propósito, desdibujada.

 En lo que sí estuvimos todos de acuerdo fue en reconocer la
inmensa calidad literaria de la novela: un vocabulario exquisito, ciertas
descripciones magníficas, un buen quehacer narrativo. Todos supimos que
estábamos ante una gran obra, y nos entristeció ver qué diferencia hay con
algunas de las que se están publicando en este momento. Esto dio lugar a un
interesante debate sobre la industria editorial del momento, que concluimos con
algunas recomendaciones de lectura para estas ya inminentes Navidades.

 Para terminar, recordé que esta novela era la primera parte
de una trilogía, titulada «Los mercaderes», y confío en que los personajes de Primera memoria hayan impactado de tal
manera que se intenten buscar respuestas en las dos novelas restantes (Los soldados lloran de noche y La trampa).

 Quiero cerrar estar líneas reiterando mi más sentido
agradecimiento a la profesora Susana Gil-Albarellos y a la directora de la
biblioteca Reina Sofía, Carmen de Miguel, por haber contado conmigo para esta
maravillosa actividad que es el Club de Lectura «Con mucho gusto».

Claudio Moyano Arellano

Historia de una maestra. Josefina Aldecoa

Miércoles, 21 octubre 2015

Me ha correspondido el
placer de proponer la segunda obra de este club de lectura de la Biblioteca
Reina Sofía, respondiendo a la invitación hecha por su directora, Susana
Gil-Albarellos, y su coordinadora, Carmen de Miguel. Y agradezco la deferencia
de hacerme partícipe de este encuentro para disfrutar de la lectura compartida.

Mi elección ha sido Historia de una maestra, de Josefina
Aldecoa, obra que inaugura la trilogía desarrollada en los años 90 por la autora.
Esta primera novela narra la experiencia vital de una maestra rural con el
telón de fondo de la España de los años 20 y primeros 30 del siglo XX. Y en ese
ambiente va cuajando la vocación de la joven con el sueño de llevar la
educación, renovada, a los lugares más apartados, convencida de la posibilidad
de cambiar las circunstancias adversas que le rodean: ese será el “sueño” que
sirve para articular el discurso de la obra y los acontecimientos.

La autora vuelca en la
obra su propia experiencia personal: ella misma maestra y pedagoga, vinculada a
la ideología de la Institución Libre de Enseñanza –renovador proyecto
pedagógico liberal-, y, por otro lado, hija y nieta de maestras que vivieron en
primera persona la experiencia de la tentativa de cambio educativa en España
desde finales del siglo XIX hasta el estallido de la Guerra Civil, y la
experiencia renovadora de la Ley de Educación de la República. Fue también miembro
activo de la generación intelectual de los 50, cuya vida y obra estuvo
mediatizada por la experiencia de la guerra y la posguerra.

La novela que traigo
aquí supuso el redescubrimiento literario de Josefina Aldecoa, y revela, a mi
modo de ver, lo mejor de su escritura. Una obra costumbrista e intimista que,
con un lenguaje sencillo y directo, una pluma ágil y sin artificios, refleja
magistralmente la cotidianeidad de la vida en los pueblos de la montaña
leonesa, el ambiente de las minas, la peculiaridad del mundo de las colonias
–Guinea-, las limitaciones económicas, sociales y mentales de aquellos mundos
en su propio aislamiento, difícil de superar. Y si la descripción de la
geografía física, social y mental resulta vívida, no lo es menos el marco
político e histórico en cuyo escenario se desgrana y desvanece el sueño de una educación en libertad.

Haciendo uso de la
libertad que se me daba para ello, abrí la sesión explicando las razones de mi
elección y ofreciendo al resto de los participantes mi visión de la obra, una
visión mediatizada por mi propia condición de historiadora y profesora. Aclaré
que mi lectura era en primer término, histórica, y así, mi reflexión se
orientaba a subrayar la combinación del marco institucional y legal de la
educación por un lado, las limitaciones materiales y mentales por otro, y la
experiencia cotidiana y el esfuerzo personal de los responsables de ponerla en
práctica, los maestros. Así, incidí en esa forma en que se narraba la primera
fase de empeño personal, casi individual, de la maestra contra la realidad
dominante y limitadora, las expectativas de la legislación republicana (escuela
mixta, escuela libre, escuela laica, escuela abierta; misiones pedagógica,
clases de adultos, integración…), y su frustración final, por inacción
política, por inercia social, por escrúpulos mentales.

Hecha esta aproximación
personal, se abrió la participación de los asistentes. Hubo en sus
intervenciones mucho de experiencia personal y familiar que llevaba a la
identificación más o menos cercana con aquellas realidades que refleja la
novela. Se habló mucho de esto, dando lugar a una reflexión sobre el sistema
educativo, las leyes de educación, la figura del maestro. Sin abandonar la
referencia a la habilidad retórica de la autora, la plasmación de imágenes
vívidas de aquella sociedad rural y colonial, los prejuicios y su necesaria
superación, las trabas y los miedos al cambio, sustancial a aquellas
sociedades, los esfuerzos heroicos de los maestros por afrontar y superar todas
las limitaciones, las del sistema, las de los prejuicios y costumbres, las de
las mismas estructuras. Y se abordó también el papel de las mujeres, en el
oficio y en los cambios, las elecciones personales, el equilibrio entre la
racionalidad y los sentimientos, la valentía y la propia lucha interior ante la
necesidad de hacerse protagonista de los cambios. Y se habló también del
“optimismo pedagógico”, la confianza en la educación como medio para mejorar
las condiciones sociales y personales, cuestión controvertida que suscitó
debate en torno a sus verdaderas posibilidades.

Desde otro punto de
vista, la profesora Susana Gil-Albarellos, recondujo la reflexión hacia el
terreno literario. Definió la obra como una “novela de aprendizaje” y
“confesión”. Subrayó aquellos elementos que reproducen formas clásicas de
construir las memorias, las historias de vida, apuntando paralelismos con El Lazarillo de Tormes: el interlocutor
al que se dirige el protagonista, responsable mismo de dar a conocer los
hechos, las trayectorias vitales semejantes, en la salida de la miseria, la
búsqueda de aventura y mejora personal, la formación de una familia, una cierta
frustración/fracaso final.

La obra resultó, de
este modo, no solo un medio de disfrute literario, sino también un medio de
reflexión, el acercamiento a un tiempo histórico y sus aspectos educativos, y a
las mismas inquietudes que en nuestro tiempo suscita la realidad que nos es más
inmediata, más próxima.

Y para acabar, una
doble propuesta final: leer las dos restantes novelas que completan la trilogía
(Mujeres de negro y La fuerza del destino); y la lectura de El exilio interior. La vida de María Moliner,
de Inmaculada de La Fuente, sugerida por Carmen de Miguel, que recoge una experiencia
semejante en el tiempo, aquí desde el ensayo biográfico.

Á. SOBALER SECO