Leche. Marina Perezagua

Jueves 24 de septiembre 2015

Comenzamos
nueva edición, la cuarta, del Club de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la
Biblioteca Reina Sofía. Algunos repiten y otros son nuevos, a todos bienvenidos
y enhorabuena por seguir apostando por la literatura. El primer texto a
comentar ha sido Leche, de Marina
Perezagua (Ed. Los libros del lince, 2013).  

Leche

En esta primera sesión contamos con
la presencia como invitada de Casilda García Archilla, artista consolidada,
compañera en la administración del departamento de Literatura Española de la
Universidad de Valladolid y persona con especiales inquietudes artísticas. El
libro elegido para leer y comentar ha sido Leche,
de Marina Perezagua.

La autora, licenciada en Historia del
Arte, es un ejemplo de la renovación de la literatura en lengua castellana que poco
a poco está emergiendo en el panorama literario, con notables muestras aquí y
especialmente en contexto de la literatura hispanoamericana. Y su libro de
relatos Leche sin duda confirma ese
nuevo impulso que tanto formal como argumentalmente está teniendo la literatura
de alguno de estos jóvenes autores.

Leche es un
conjunto de 14 relatos de diferente extensión, argumento y significado; también
presentan diverso modo narrativo, focalización y referencias espacio-temporales
y sin embargo, todos comparten una serie de características que son destacables
desde la primera página de Little Boy,
relato que abre el conjunto, hasta Leche,
narración que lo cierra, y es el desconcierto por lo contado y la admiración
por la forma de contarlo.

Presentada la obra por Casilda, quien
relató que conoció la literatura de Perezagua a través de una librería digital
en Facebook y de la que ahora es seguidora, los participantes expusieron poco a
poco sus diferentes puntos de vista ante obra tan inquietante. Así, las
primeras intervenciones apuntaron hacia el desasosiego que su lectura les
produjo, porque es innegable que aun con distinta intensidad, se trata de unos
relatos cuyo contenido es extremo, a veces imaginario y apocalíptico, en
ocasiones tan duro y realista que es difícil no estremecerse al leerlos, en otras
sencillos pero de interpretación profunda, y algunos simplemente inexplicables.
Estas primeras impresiones contrastaron con otras que apuntaron directamente a
la genialidad de Leche y a la
maestría de su autora, no solo por el dominio formal de la obra en su conjunto,
sino también por la imaginación para la gestación y escritura de unos textos
donde el pulso vital y el desafío a lo desgarrado conviven en párrafos de gran
lirismo.

Poco a poco y tras el impacto
inicial, unos y otros fuimos desgranando los cuentos uno a uno, encontrando en
todos ellos valores a veces inadvertidos y en ocasiones poco comprendidos. El
primero y más extenso “Little Boy”, que está centrado en el recuerdo y
consecuencias que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima tiene en una anciana
superviviente, nos desveló secretos guardados a lo largo del relato en un giro
temático verdaderamente sorprendente, o “Él”, en el que una mujer cuida a un
hombre destrozado del que descubre finalmente una identidad distinta a la de su
marido. Asimismo sorprendió la indefinición de “Mio Tauro”, cuento difícil de
comprender en una primera lectura pero peculiar entre otras cosas por las voces
narradoras, o “Las islas”, metáfora de los deseos envueltos en nebulosa nunca
satisfechos. El comentario del relato “Aniversario”, representación verbal del
odio entre una hija y su padre, acercó la biografía de la autora a su
escritura, ya que algunos de los lectores supusieron una línea de conexión
entre la vida y la obra en Marina Perezagua, que explicaría alguno de sus
argumentos. Finalmente llegamos al texto que cierra el libro y que lo nombra “Leche”,
probablemente el más impactante, tremendo y  realista.

Con todo, y a pesar de la
incertidumbre que sin duda causa la obra de Marina Perezagua, también pudimos
comprobar las posibilidades inmensas que proyecta la literatura actual, que en
obras como Leche se sale de los
parámetros habituales por los que transita la literatura en castellano. Fue sin
duda una impagable oportunidad para comprobar que no lo hemos leído todo, que
todavía el acto de la lectura puede deparar sorpresas y que, por encima de las
preferencias de cada uno, la literatura tiene el poder de sorprender, impactar,
sobrecoger y en alguno de nosotros impresionar por su grandeza.

Terminamos agradeciendo su
participación a Casilda porque de nuevo la elección de un libro para este club
de lectura nos abrió unas puertas que estaban ocultas y nos dio a conocer a una
autora a la que seguir atentamente. Disfrute y horror en el mismo párrafo,
deseo vital y muerte, imprecisión sexual y leche, símbolo dual de vida en la
virilidad y en la maternidad. Todo eso y mucho más contiene Leche.

En la foto: Casilda García Archilla y Susana Gil-Albarellos Pérez-Pedrero

Con Mucho Gusto 2015-2016

No queríamos acabar este mes de julio sin cerrar el programa de lecturas que, Con Mucho Gusto, leeremos durante el próximo curso 2015-2016, en la 4ª edición de este club que se reúne mensualmente en la Biblioteca Reina Sofía de la Universidad de Valladolid.

Como sabéis, cada uno de los títulos ha sido propuesto por un invitado/a especial, que no se conocerá hasta el día programado. Los títulos son variados, en género, época y temática.

Nuestros objetivos principales con este club son dos:

  • 1. Promocionar la lectura recreativa entre los miembros de la universidad
  • 2. Fomentar la interrelación entre los tres grupos personales
    universitarios (PDI, PAS y alumnos) por un lado, y a su vez, las personas de
    los distintos centros (escuelas, facultades, servicios…). Por eso el grupo está formado por 7 PDI, 7 PAS y 7 alumnos.
  • Si quieres participar, este curso tenemos plazas vacantes en el grupo de PDI y de alumnos. Puedes mandarnos un correo a:

    conmuchogustoleemos@gmail.com

                                 

                              Lecturas

    23 septiembre: Marina Perezagua, Leche

    21 octubre: Josefina Aldecoa, Historia de una maestra

    18 noviembre: Luis Torrecilla, Punto de mira

    16 diciembre: Ana María Matute, Primera memoria

    13 enero: Mauricio Herrero, La presencia inasible de la luz

    17 febrero: Milena Busquets, También esto pasará

    23 marzo: Nerea Riesco, Las puertas del paraíso

    22 abril: Fernando Fonseca, Apabullante silencio extranjero

    18 mayo: Graeme Simsion, El proyecto esposa

    15 junio: Leonardo Siascia, Todo modo

    El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia. Patricio Pron


    Miércoles 27 de mayo de 2015

    Ayer
    tuvo lugar el último encuentro de esta tercera edición del Club de Lectura “Con
    mucho gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, y el libro elegido fue El espíritu de mis padres sigue subiendo en
    la lluvia
    , de Patricio Pron (Mondadori, 2011).  

    El espíritu de mis padres sigue subiendo en
    la lluvia  

    El encargado de elegir y presentar
    esta novela fue José Ramón González García, profesor de Literatura española
    contemporánea y Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Valladolid, y
    actualmente Vicerrector de Extensión Universitaria y Relaciones Internacionales
    de la misma institución. A pesar de esta última circunstancia, o además de
    ella, Ramón nos visitó como profundo conocedor de las nuevas tendencias de la
    narrativa en castellano, tanto aquí como en Hispanoamérica, y así quedó
    demostrado en su visita de ayer. El texto elegido fue El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, del
    argentino Patricio Pron. Se trata de un texto y de un autor prácticamente
    desconocido para la mayoría de nosotros, lo cual favorece una de las funciones
    de un club de lectura, que además de leer, tiene que procurar dar a conocer
    nuevas propuestas literarias.

    Ramón comenzó su intervención señalando
    que esta novela de Patricio Pron es un texto extraño tanto por su contenido
    como por su estructura. Hay que tener en cuenta que Pron es un joven escritor,
    que aunque nacido en Argentina, ha vivido en Alemania y actualmente lo hace en
    España. Su novela, como acertadamente fue desgranando nuestro invitado, parte
    de una realidad para convertirse en una ficción, con la peculiaridad de que esa
    realidad es autobiográfica, y esa ficción es a veces resbaladiza. La novela aborda
    de forma original la recuperación de la memoria histórica, en este caso en
    Argentina, pero a través del testimonio. El narrador-protagonista, después de
    vivir unos años en Alemania, vuelve a su Argentina natal porque su padre está
    enfermo en un hospital. Poco a poco va descubriendo, a través de los papeles de
    su padre, una historia para él desconocida en la que a partir del asesinato de
    un personaje sin demasiada entidad, Alberto Burdisso, que su padre había
    investigado, retrocede hasta su hermana, Alicia Burdisso, desaparecida durante
    la dictadura argentina. Poco a poco va descubriendo la historia más oscura de
    la dictadura, pero sobre todo, va conociendo a su padre y a sí mismo. Es un
    texto de introspección y búsqueda.

    La novela está dividida en tres
    partes que se corresponden con los tres momentos fundamentales que llevan al
    protagonista al descubrimiento de su propia entidad: una primera parte de
    introducción cuando vuelve de Alemania, donde ha llevado una vida errática en
    la que no han faltado el consumo de pastillas ni tampoco cierta apatía que le
    ha conducido a una falta de compromiso con todos y con todo; una segunda parte
    en la que empieza a indagar en el asunto de Alberto Burdisso a raíz de la
    documentación encontrada entre los papeles de su padre, y una tercera en la que
    la desaparición de Alicia Burdisso le conduce a preguntarse acerca de quién fue
    su padre y qué papel tuvo en su fasmilia la dictadura argentina. Son tres
    momentos muy precisos en la novela, tres secciones que se conectan entre sí y
    que contribuyen a dar un sentido general a la novela.

    Con todo, y como señaló Ramón, el
    texto de Pron es extraño, primero porque no tiene el desarrollo de una novela
    policial, como se podría esperar cuando comienza a descubrir la documentación
    en torno al asesinato de Burdisso; en segundo lugar, porque no enjuicia lo que
    va narrando, sino que de modo neutro en la forma del relato, intenta implicar
    al lector en la valoración de cuánto va descubriendo de su país, de su familia
    y de sí mismo. Porque no es, efectivamente, un relato de investigación
    criminal, aunque se reproduzcan con detenimiento los documentos en torno al crimen
    de Alberto Burdisso, ni tampoco es una novela histórica, aunque la sombra de
    los padres y de la historia reciente de su familia y de Argentina presida la
    obra. Sin duda, El espíritu de mis padres
    sigue subiendo en la lluvia
    es uno de esos textos difíciles de encasillar,
    a caballo entre la autobiografía y la ficción, donde lo real y lo literario se
    mezclan en un conjunto muy bien estructurado. Se trata de una obra inserta en
    la llamada posmemoria, que recupera la memoria histórica a través del
    testimonio por parte de quienes no lo vivieron directamente sino a través de la
    memoria de otros. En este sentido, la obra de Pron conecta con otras anteriores
    que anticipan esta misma entrada en la memoria heredada, como Soldados de Salamina, de Javier Cercas
    (2001) o más recientemente El material
    humano
    del guatemalteco Rodrigo Rey Rosa (2009).

    Presentada la novela por Ramón con
    erudición y buen hacer, los participantes comentaron la extrañeza que esta
    lectura les produjo, por lo menos al comienzo de la misma. Es indudable que es
    un texto en el que cuesta adentrarse, que necesita ser completado para entender
    todo su sentido, ya que el lector no sabe, al inicio, qué tipo de novela está
    leyendo. Y aun con todo, el sentir general, salvo alguna excepción, fue de
    satisfacción por acercarse a un libro distinto, original en su forma y en su
    contenido, y sobre todo, desconocido. En las conclusiones pudimos advertir que El espíritu de mis padres sigue subiendo en
    la lluvia
    es una novela profunda, que trata un tema fundamental como es el
    descubrimiento de uno mismo a través de los agujeros que el tiempo, el
    desconocimiento y la memoria dejan en cada uno de nosotros, realizado en un
    tono pausado, tranquilo, cercano a la autobiografía y navegando en las difusas
    fronteras que separan lo real de lo ficcional. Por otro lado, la variedad
    formal enriquece el texto, porque debido a la propia temática, el autor
    intercala diferentes discursos que van de lo policial a lo periodístico e
    incluso lo onírico.

    Para concluir quiero señalar, como
    tantas veces he hecho, que esta novela difícilmente puede ser resumida en toda
    su complejidad en unos párrafos, y que necesita de una lectura pausada y
    atenta. No se trata tanto de analizarla como de experimentarla, aunque gracias
    a la introducción de quien la eligió y presentó, a todos se nos hizo más clara
    esta última tarea.

    Gracias a Ramón, por su generosa aportación,
    y a todos los participantes ahora que concluimos esta tercera edición del Club
    de Lectura “Con mucho gusto”, porque sin vosotros todos estos libros quedarían
    en el estante de las fotos: vosotros los hacéis vivos y con ello, reivindicáis
    el placer de la lectura “con mucho gusto”.

    La hoja del ginkgo biloba. Miguel Rojo

    Jueves 7 de mayo de 2015

    El curso
    va pasando y los encuentros del Club de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en
    la Biblioteca Reina Sofía, avanzan hacia el final de su tercera edición. Ayer
    el libro a comentar fue La hoja del
    ginkgo biloba
    , de Miguel Rojo (Ed. Difácil, 2010).  

    La hoja del ginkgo biloba

    En esta nueva sesión literaria
    contamos con la presencia de César Sanz, creador y alma máter de la editorial
    Difácil de Valladolid, que fue el encargado de seleccionar y presentar La hoja del ginkgo biloba, del asturiano
    Miguel Rojo. En esta ocasión es justo emplear unas palabras para señalar que es
    la primera vez que acude un editor como invitado, y era necesario por cuanto ya
    han pasado escritores y lectores varios, así como profesionales de otros
    ámbitos, pero nunca un editor nos había mostrado el punto de vista de la
    situación literaria actual, una mirada también desde el otro lado de la
    barrera. De esta forma, un club de lectura se presenta como un lugar idóneo
    para conocer no sólo un escritor desconocido para la mayoría, sino también para
    descubrir, para casi todos, una editorial que siendo de Castilla y León, no ha
    contado con la suficiente visibilidad. Las dos esferas fueron atendidas, y
    tanto el libro a comentar como la encomiable labor de César al frente de
    Difácil nos fueron presentadas en la tarde de ayer.

    César Sánz cuenta en Difácil con un
    catálogo de gran calidad, debido en gran parte a su implicación en la
    selección, enmienda y resultado de aquello que publica. Y en el caso de Miguel
    Rojo y su Hoja del ginkgo biloba,
    publicado en 2010 en Difácil, esta premisa se confirma. Aun siendo un autor muy
    reconocido en Asturias, su obra no es tan conocida aquí, por lo que la lectura
    y comentario de su libro nos mostró un escritor al que sin duda seguir la
    pista.

    Entrando ya en el terreno puramente
    literario, es difícil sintetizar lo que es La
    hoja del ginkgo biloba
    , ya que ni su clasificación genérica es precisa. Se
    trata de una “novela de cuentos”, un texto de 158 páginas y nueve historias, a
    las que precede un breve cuento chino titulado La hoja del ginkgo biloba. Sin embargo, esas nueve historias -que tienen
    sentido de forma independiente y en desorden-, mantienen una relación, leídas
    tal y como aparecen en el libro, a veces muy sutil, otras más evidente, que las
    enlaza en un entramado vital cuyo hilo conductor es el azar. Bajo este armazón unos
    cuentos y otros se entrecruzan y allí donde acaba uno se desencadena el otro, a
    través de anécdotas, aparentemente cotidianas, presididas por eso que llamamos
    casualidad. Esta estructura narrativa permite a Miguel Rojo introducir distintos
    argumentos y también diferentes personajes, que son espejo y reflejo del mundo
    real, caracteres de ficción cotidianos en los que hay niños, adolescentes,
    personas comunes del entorno rural, prostitutas, emigrantes y una amplia
    galería de tipos de distintas edades y sexo. Maestría supone que dichos
    personajes estén perfectamente definidos con pocos rasgos, pues el relato como
    género no admite extensión, y sean identificables en la descripción de sus
    acciones y sentimientos. En este sentido, es sorprendente la capacidad por
    parte del autor de elegir aquellas anécdotas y rasgos de cada uno de ellos para
    que el lector los conozca y entienda su reacción al asumir las consecuencias de
    lo que aparentemente sólo son hechos diarios, que sin embargo, desencadenan una
    serie de acontecimientos fundamentales en la vida de ellos mismos y de otros.

    En cuanto a la forma, cada historia
    de las nueve que componen el conjunto está narrada por una voz diferente con un
    despliegue completo de todas las posibilidades de focalización, y esta variedad
    de puntos de vista otorga al texto una dificultad técnica verdaderamente
    significativa que, por el contrario, es imperceptible por parte del lector,
    como corresponde a un buen narrador. Añadir que desde el punto de vista léxico,
    la obra de Miguel Rojo recupera el habla del ámbito rural de la zona de León, y
    se despliega seria o vulgar de acuerdo a una polifonía perfectamente
    conseguida.

    Presentada la obra, los participantes
    comentaron los elementos más interesantes de los relatos que integran La hoja del ginkgo biloba. Fue unánime la
    opinión al destacar los temas fundamentales que sustentan el texto: el azar, la
    infancia, las relaciones humanas, la recuperación de la memoria y el mundo
    rural. También se señalaron aciertos que tienen que ver con los personajes,
    dotados de agilidad y frescura, y especialmente se alabó la recuperación del
    mundo rural a través de las acciones y del lenguaje, entendido como una
    necesaria recuperación de la memoria rural que poco a poco se va perdiendo (en
    este caso, zona rural de León, con la que el autor mantiene relación desde la
    infancia).

    Como señala el propio editor “en esta
    obra que nos habla de la gente sencilla y su vida cotidiana, todo es verdad,
    sorprendentemente real, porque verdadera es siempre la gran literatura cuando
    desnuda el alma humana”. Y eso exactamente es lo que hace Miguel Rojo en La hoja del ginkgo biloba, acercarnos a
    un pasado real aunque probablemente olvidado, donde el ser humano se somete al
    azar que gobierna toda existencia humana. Feliz encuentro con esta obra, con
    Difácil y con César Sanz, al que agradecemos la labor de divulgación de nuestra
    buena literatura.

    Ritmo lento. Carmen Martín Gaite

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    Jueves 16 de abril de 2015

    En la
    tarde de ayer tuvo lugar un nuevo encuentro de los miembros del Club de Lectura
    “Con mucho gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, en el que el libro a
    comentar fue Ritmo Lento, de Carmen
    Martín Gaite.  

    Ritmo lento

    En esta ocasión tuvimos como invitada
    a Nieves Toribio, licenciada en Filología hispánica, bibliotecaria y
    actualmente en cargo de gestión de la Junta de Castilla y León. Además, Nieves
    es aficionada a los clubes de lectura y coordina uno de Lectura fácil, con lo
    que su presencia estaba más que justificada.

    El texto elegido fue Ritmo lento, de Carmen Martín Gaite,
    novela publicada en 1963. Nieves comenzó explicando su elección, que tiene que
    ver con el hecho de que en el tiempo de andadura de nuestro club “Con mucho
    gusto” hemos leído muy poca literatura escrita por mujeres y menos españolas,
    así que, con acierto, vino a paliar esta carencia. Por otro lado, y la historia
    de la literatura española del siglo XX no desmiente esta teoría, hay dos
    escritoras que si bien no han sido olvidadas del todo, han recibido menos
    atención de la necesaria, merecida y deseada: Josefina Aldecoa y Carmen Martín
    Gaite. Por ello se decidió a presentarnos Ritmo
    lento
    , novela menos conocida que Entre
    visillos
    , pero que se presta a un buen debate en lectura compartida.

    Ritmo lento se
    publicó en 1963. En ella, Martín Gaite va descubriendo la existencia de David,
    un personaje inclasificable que se caracteriza por la desidia, por la
    incapacidad de hacer nada en la vida; rodeado de familiares y de personas que
    va conociendo, David presenta una forma “anormal” de existencia, en un mundo de
    convencionalismos. Es un personaje difícil de definir y más difícil de
    comprender. La novela está escrita en primera persona, es un relato autodiegético
    -a excepción del prólogo y el epílogo-, lo que otorga una visión “parcial” y
    personal del propio David de dicha vida anómala que él, por otro lado, parece
    transitar sin demasiados problemas, o al menos así se vislumbra en lo que
    decide contar al lector como narrador de su propia peripecia vital.

    Situada en su contexto, Ritmo lento es una apuesta por las
    nuevas formas de experimentación de la narrativa española a partir de los años
    60, iniciadas por autores como Luis Martín Santos, pero también con autores
    procedentes del realismo social como Juan Marsé o Juan Goytisolo y otros de la
    generación anterior, entre los que sobresalen  Camilo José Cela, Miguel Delibes
    y Gonzalo Torrente Ballester. Carmen Martín Gaite entra con Ritmo lento en esa nueva forma de
    concebir la narrativa, que agotada del realismo social, ensaya nuevos caminos,
    pero lo hace de una manera muy sutil. Ritmo
    lento
    es una novela psicológica, donde efectivamente el ritmo es lento,
    demorado y centrado, al menos aparentemente, en lo cotidiano de una familia de
    clase media y en uno de sus miembros, David, el protagonista y narrador,
    aquejado de una apatía vital. Sin embargo, esa aparente sencillez y lentitud se
    resuelve a través de un estudiado y preciso lenguaje, que fácilmente fluye ante
    el lector, en una prosa asombrosamente efectiva para expresar con intriga
    novelesca el relato de la “nada” como postura ante la vida.

    Con estas premisas iniciales es
    comprensible que esta novela facilite un análisis compartido, por cuanto
    presenta una extrema dificultad en cuanto a la interpretación de su fondo, y
    una aparente sencillez en cuanto a su forma. Y Nieves Toribio, consciente de
    esta circunstancia, comenzó preguntando qué persigue su autora con este texto y
    sobre todo, dónde consideramos cada uno que está la frontera entre lo normal y
    lo anormal del comportamiento humano. La respuesta a estas dos cuestiones es la
    respuesta a la novela de Martín Gaite, en la que aparecen una serie de temas
    que son fundamentales para comprender la psicología del protagonista. En las
    páginas de Ritmo lento David relata  cómo ha sido su educación, en casa y por su
    padre, sin relacionarse con niños de su edad ni vivir la experiencia propia de
    cada momento en la infancia y juventud:

    Pronto, no obstante, empecé a ser
    consciente de que aquellas visitas al cuarto de mi padre, a medida que se me
    iban haciendo imprescindibles, contribuían por otra parte a aumentar las
    dificultades que ya tenía para acoplarme al mundo establecido y hacerme amigos
    entre las gentes de mi edad (1963: 103).

                Y también “anormal” se considera la
    relación que el personaje mantiene con otros de su entorno: su hermana Aurora,
    su amiga Lucía, su prima Magdalena o su psiquiatra don Jaime, entre varios. Por
    ello, el tono es cerrado, como hermético es David, y el lector experimenta
    desconcierto y atracción. Y entre otros asuntos, muy comentado fue el epílogo,
    suprimido de algunas ediciones de los años 70, y que provocó discrepancias en
    cuanto a su oportunidad o no y el cambio que tal epílogo puede suponer en la
    interpretación general de la novela.

               En cuanto al
    proceso de creación de esta obra, Nieves señaló la estrecha relación de Martín
    Gaite entre su obra y su propia biografía, en muchos aspectos similar a la de
    su protagonista. Una vida -con más sombras que luces- de una mujer escritora en
    la España de posguerra y casada con otro escritor, Rafael Sánchez Ferlosio, receloso
    del reconocimiento literario ajeno. Por ello, en las obras de la autora es
    fácil comprender que vida y escritura van de la mano, sin poder desligar
    claramente una y otra. Pero es que en el caso de Ritmo lento, esa circunstancia se da también en el lector, porque
    al tratarse de una esmerada descripción psicológica en primera persona, es
    difícil no preguntarse qué ritmo tenemos cada uno, en la vida y en aquello que
    elegimos para vivirla.

               Como hemos
    señalado en otras ocasiones, Ritmo lento
    no puede ser resumida ni tan siquiera contada, tiene que ser leída para
    experimentar con el lenguaje la pausada pero sólida experiencia de la
    diferencia en los seres humanos, en un personaje a partes iguales incomprensible
    y atrayente. Así nos la trajo Nieves, a la que agradecemos su participación, y
    así disfrutamos de ella.


    Más información:

    Carmen Martín Gaite, hacia la magia (Blog de David G. Couso)