Ritmo lento. Carmen Martín Gaite

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Jueves 16 de abril de 2015

En la
tarde de ayer tuvo lugar un nuevo encuentro de los miembros del Club de Lectura
“Con mucho gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, en el que el libro a
comentar fue Ritmo Lento, de Carmen
Martín Gaite.  

Ritmo lento

En esta ocasión tuvimos como invitada
a Nieves Toribio, licenciada en Filología hispánica, bibliotecaria y
actualmente en cargo de gestión de la Junta de Castilla y León. Además, Nieves
es aficionada a los clubes de lectura y coordina uno de Lectura fácil, con lo
que su presencia estaba más que justificada.

El texto elegido fue Ritmo lento, de Carmen Martín Gaite,
novela publicada en 1963. Nieves comenzó explicando su elección, que tiene que
ver con el hecho de que en el tiempo de andadura de nuestro club “Con mucho
gusto” hemos leído muy poca literatura escrita por mujeres y menos españolas,
así que, con acierto, vino a paliar esta carencia. Por otro lado, y la historia
de la literatura española del siglo XX no desmiente esta teoría, hay dos
escritoras que si bien no han sido olvidadas del todo, han recibido menos
atención de la necesaria, merecida y deseada: Josefina Aldecoa y Carmen Martín
Gaite. Por ello se decidió a presentarnos Ritmo
lento
, novela menos conocida que Entre
visillos
, pero que se presta a un buen debate en lectura compartida.

Ritmo lento se
publicó en 1963. En ella, Martín Gaite va descubriendo la existencia de David,
un personaje inclasificable que se caracteriza por la desidia, por la
incapacidad de hacer nada en la vida; rodeado de familiares y de personas que
va conociendo, David presenta una forma “anormal” de existencia, en un mundo de
convencionalismos. Es un personaje difícil de definir y más difícil de
comprender. La novela está escrita en primera persona, es un relato autodiegético
-a excepción del prólogo y el epílogo-, lo que otorga una visión “parcial” y
personal del propio David de dicha vida anómala que él, por otro lado, parece
transitar sin demasiados problemas, o al menos así se vislumbra en lo que
decide contar al lector como narrador de su propia peripecia vital.

Situada en su contexto, Ritmo lento es una apuesta por las
nuevas formas de experimentación de la narrativa española a partir de los años
60, iniciadas por autores como Luis Martín Santos, pero también con autores
procedentes del realismo social como Juan Marsé o Juan Goytisolo y otros de la
generación anterior, entre los que sobresalen  Camilo José Cela, Miguel Delibes
y Gonzalo Torrente Ballester. Carmen Martín Gaite entra con Ritmo lento en esa nueva forma de
concebir la narrativa, que agotada del realismo social, ensaya nuevos caminos,
pero lo hace de una manera muy sutil. Ritmo
lento
es una novela psicológica, donde efectivamente el ritmo es lento,
demorado y centrado, al menos aparentemente, en lo cotidiano de una familia de
clase media y en uno de sus miembros, David, el protagonista y narrador,
aquejado de una apatía vital. Sin embargo, esa aparente sencillez y lentitud se
resuelve a través de un estudiado y preciso lenguaje, que fácilmente fluye ante
el lector, en una prosa asombrosamente efectiva para expresar con intriga
novelesca el relato de la “nada” como postura ante la vida.

Con estas premisas iniciales es
comprensible que esta novela facilite un análisis compartido, por cuanto
presenta una extrema dificultad en cuanto a la interpretación de su fondo, y
una aparente sencillez en cuanto a su forma. Y Nieves Toribio, consciente de
esta circunstancia, comenzó preguntando qué persigue su autora con este texto y
sobre todo, dónde consideramos cada uno que está la frontera entre lo normal y
lo anormal del comportamiento humano. La respuesta a estas dos cuestiones es la
respuesta a la novela de Martín Gaite, en la que aparecen una serie de temas
que son fundamentales para comprender la psicología del protagonista. En las
páginas de Ritmo lento David relata  cómo ha sido su educación, en casa y por su
padre, sin relacionarse con niños de su edad ni vivir la experiencia propia de
cada momento en la infancia y juventud:

Pronto, no obstante, empecé a ser
consciente de que aquellas visitas al cuarto de mi padre, a medida que se me
iban haciendo imprescindibles, contribuían por otra parte a aumentar las
dificultades que ya tenía para acoplarme al mundo establecido y hacerme amigos
entre las gentes de mi edad (1963: 103).

            Y también “anormal” se considera la
relación que el personaje mantiene con otros de su entorno: su hermana Aurora,
su amiga Lucía, su prima Magdalena o su psiquiatra don Jaime, entre varios. Por
ello, el tono es cerrado, como hermético es David, y el lector experimenta
desconcierto y atracción. Y entre otros asuntos, muy comentado fue el epílogo,
suprimido de algunas ediciones de los años 70, y que provocó discrepancias en
cuanto a su oportunidad o no y el cambio que tal epílogo puede suponer en la
interpretación general de la novela.

           En cuanto al
proceso de creación de esta obra, Nieves señaló la estrecha relación de Martín
Gaite entre su obra y su propia biografía, en muchos aspectos similar a la de
su protagonista. Una vida -con más sombras que luces- de una mujer escritora en
la España de posguerra y casada con otro escritor, Rafael Sánchez Ferlosio, receloso
del reconocimiento literario ajeno. Por ello, en las obras de la autora es
fácil comprender que vida y escritura van de la mano, sin poder desligar
claramente una y otra. Pero es que en el caso de Ritmo lento, esa circunstancia se da también en el lector, porque
al tratarse de una esmerada descripción psicológica en primera persona, es
difícil no preguntarse qué ritmo tenemos cada uno, en la vida y en aquello que
elegimos para vivirla.

           Como hemos
señalado en otras ocasiones, Ritmo lento
no puede ser resumida ni tan siquiera contada, tiene que ser leída para
experimentar con el lenguaje la pausada pero sólida experiencia de la
diferencia en los seres humanos, en un personaje a partes iguales incomprensible
y atrayente. Así nos la trajo Nieves, a la que agradecemos su participación, y
así disfrutamos de ella.


Más información:

Carmen Martín Gaite, hacia la magia (Blog de David G. Couso)