El viento en las hojas. J.A. González Sáinz

Viernes 7 de noviembre de 2014

El pasado miércoles tuvo lugar un nuevo encuentro del Club de lectura Con mucho gusto, de la Universidad de Valladolid, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, en el que el libro a comentar fue El viento en las hojas, de José Ángel González Sainz.

  El viento en las hojas

José ángel González Sainz fue el invitado encargado de presentar y en cierta medida, desmenuzar su libro, así que de nuevo el Club cuenta con la generosa presencia del autor del texto a comentar.

El viento en las hojas, publicado en 2014, es un libro de 7 relatos con los que su autor consigue explorar las capacidades del lenguaje para crear una prosa infinita en significaciones y perfecta en su factura. En su intervención, González Sainz apuntó algunas premisas que sirven para comprender mejor no sólo su propia obra, sino el proceso creativo que la origina. En este sentido, afirmó que para él cada libro es un reto, un desafío que en este caso le ha llevado a explorar los límites de un género, el del relato. También confirmó que los textos que integran el conjunto no se van escribiendo de forma independiente, sino que existe una idea previa del libro como unidad, y a partir de dicha idea se van componiendo las distintas narraciones. Y lo mismo con respecto al orden de aparición en el conjunto, ya que cada relato está en un lugar largamente pensado. Nada, pues, es arbitrario, sino fruto de mucha reflexión y trabajo

A partir de estas afirmaciones, González Sainz nos brindó su idea de la literatura como intento de conocimiento de lo que somos, y en este sentido, la literatura se presenta como el instrumento artístico para la proyección de significado, que partiendo de lo literal, alcanza la esencia de lo humano. Con estos principios nos fue revelado lo que para el escritor es, en este caso, la naturaleza de la literatura: misterio que entronca con los enigmas del ser humano y que pretende producir “asomos” e inquietudes.

En cuanto a los relatos que forman El viento en las hojas, todos coincidimos en su escaso soporte argumental a favor de la creación de una prosa excelentemente elaborada para crear cierto tipo de “textura”; una prosa que proyecta una imagen laberíntica del lenguaje. En este sentido, González Sainz se presenta como un artesano de la palabra, la cual elabora con enorme esfuerzo en un proceso de arduo trabajo, como se aprecia en cada una de las páginas del libro. Además, el hecho de ser relatos dota a los textos de mayor dificultad de elaboración, puesto que en breve espacio hay que dar cuenta de todos aquellos elementos considerados sustanciales para el sentido final, administrando de forma precisa los detalles. Los suyos, además, están escritos con un estilo hipotáctico, forma idónea, en palabras del autor, para la reflexión.

Aun con todo, los participantes del grupo sí comentaron algunos aspectos que tienen que ver con la interpretación de los relatos, con su fondo simbólico, y de ahí surgieron varias lecturas. En conjunto se puede afirmar que el tiempo es el eje argumental de todos ellos, y unido al tema del tiempo, la libertad (de elegir un sabor de un helado, como en el primer relato), el paso del tiempo y la visión del propio final (como en la Ligereza del pecíolo, uno de los relatos más logrados), los miedos y las distintas miradas (La amplitud de la sonrisa), o la fuerza de la imaginación (Durante el breve momento que se tarda en pasar). En todos ellos hay un elemento en común, las hojas de los árboles movidas por el viento, imagen con muchos significados que tienen que ver con lo inefable, con lo inextricable, con el misterio. Por ello, no hay desarrollo de los personajes, sino que éstos se presentan en una situación a la que el autor “saca punta”, de manera que muestra todas las posibilidades de situaciones de personajes.

Se puede afirmar que las grandes obras de la literatura son como un artefacto construido con arreglo a ciertas normas de composición, en el fondo muy artesanales; de modo que, con independencia de otro tipo de consideraciones de carácter ideológico, histórico o filosófico, no es embarazoso admitir que unas obras entran en esos baremos de obras clásicas, y otras en absoluto. Y El viento en las hojas entra de lleno en esta categoría de gran obra, de clásico.

Agradecemos a José Ángel su presencia en nuestro club de lectura y su capacidad para mostrarnos los secretos de su literatura, esa que en su caso se escribe con mayúsculas.