El Castillo. Franz Kafka

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Fuente de la imagen: Libros Gratis

Lunes, 4 de febrero de 2013

 Con el nuevo año comenzamos las actividades del Club de Lectura “Con mucho gusto”, y en concreto el 30 de enero nos volvimos a encontrar para comentar un nuevo libro, en este caso El castillo, de Franz Kafka.

El castillo

Como en ocasiones anteriores, cuando el autor es ya un clásico de la literatura universal, poco que añadir a su biografía de sobra conocida, como es el caso de Kafka, pero sí señalar que empezó El castillo cuando estaba ya muy enfermo en 1922, tanto es así, que no tuvo tiempo de terminarla, y se publicó en 1926, dos años después de la muerte del escritor.

La elección de esta novela y su comentario corrió a cargo del profesor de Ciencias Biológicas José Ramón Allúe, que comenzó su exposición señalando su percepción ante el texto; de esta forma nos aclaró que de las novelas largas de Kafka (El castilloEl proceso y América –titulada por Kafka El desaparecido), es El castillo la que produce en el lector sensaciones más o menos profundas que alejan su lectura de los parámetros de lectura tradicionales. En realidad en la novela se relatan las desventuras de K, así, sólo con la inicial, en su empeño por entrar en el Castillo en el que cree haber sido contratado como agrimensor. Y digo cree porque como lectores no nos queda claro si es ese su cometido o no, si se trata de una contratación real o por el contrario K busca por cualquier medio una nueva forma de vida. De las muchas interpretaciones que se han dado para ésta como para todas las obras escritas por Kafka, ninguna es absolutamente cierta ni deja de serlo, como vimos el otro día. Porque bajo la apariencia de un argumento lineal y organizado, la sensación generalizada es de desconcierto ante las distintas aventuras, también amorosas, por las que pasa K, en un empeño del protagonista por entrar en el sistema, encarnado en su trabajo de agrimensor en el castillo, empeño nunca resuelto. La novela, de larga extensión, presenta un tiempo interno de seis días y un séptimo que al estar inconclusa, resuelve el lector con la probable muerte del personaje de K.

La opinión de los participantes fue diversa en algunos de los elementos de la novela, entre los que se advirtió la relación de lo narrado con los sueños, con una atmósfera de ensoñación, donde prevalece el elemento imaginario, pues hay quien señaló la cercanía del texto a Alicia en el país de las maravillas, de Carroll, por la rareza y curiosidad que despierta. Y es que a pesar de los avatares extraordinarios de K al llegar a la aldea que le conducirá al castillo, el personaje se presenta perfectamente lógico, tanto en sus acciones como en su discurso. Por otro lado, se señaló en varias ocasiones la posible fuente autobiográfica de K, trasunto del propio autor y su indefinición vital, ya que lo único que Kafka mantuvo firme en su vida fue su deseo de escribir, siendo incapaz de llevar a cabo el resto de sus planes vitales, incluidos sus varios compromisos matrimoniales, a los que no pudo  enfrentarse. Desde este punto de vista cabe preguntarse si tanto Kafka como su personaje K buscan en realidad algo concreto o si su vida es precisamente eso, la búsqueda sin fin, como Sísifo condenado a subir arrastrando una piedra a la cima de la montaña, para caer y comenzar de nuevo.

Por otro lado y desde el punto de vista formal, Allúe señaló muy acertadamente en mi opinión, la cercanía del lenguaje de El castillo a la introspección e intimidad propia del lenguaje poético, con una focalización interna que aporta distintas sensaciones en el lector; un lenguaje, al fin, en el que el receptor nunca permanece ajeno, ya que le proporciona una lectura llena de interrogantes acerca de uno mismo.

En definitiva, un muy buen invitado para una genial novela que suscitó un ameno y enriquecedor intercambio de lecturas acerca de un texto que nunca deja indiferente a quien lo lee.

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Fuente de la imagen: Zafarranchos merulanos

Resurrección. León Tolstoi

 

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Miércoles, 19 de diciembre de 2012

 En la tarde del día 12 de diciembre los participantes del Club de Lectura “Con mucho gusto”, de la Universidad de Valladolid, tuvimos una nueva sesión literaria que tuvo como protagonista a León Tolstoi y su Resurrección.

 Resurrección

En el caso que nos ocupa, poco que decir del escritor León Tolstoi, por ser su fama universal y ser uno de los escritores rusos de más largo recorrido literario en las letras occidentales, principalmente a través de sus dos novelas más conocidas: Guerra y paz y Ana Karenina. Sin embargo, nuestra cita literaria era para comentar su última novela Resurrección, publicada en 1899, cuando Tolstoi contaba con más de ochenta años.

La elección y presentación de la novela corrió esta vez a cargo de Cecilia de Gregorio,  jurista, abogada en ejercicio y ejemplo de erudición legal, que nos introdujo el tema sustancial de la obra: los males que aquejan a la sociedad rusa -y por extensión al hombre- a finales del siglo XIX por ampararse en las leyes. El argumento se centra en el personaje del príncipe Nejliúdov, cuya participación en un jurado popular le enfrenta de nuevo a Katia, a la cual sedujo y abandonó en el pasado, y que ahora se encuentra encarcelada e injustamente condenada por un error administrativo; en estas circunstancias, Nejliúdov siente la necesidad de ayudarla a salir de la cárcel e incluso a casarse con ella. Así pues toda la obra es la historia de una redención, como el propio título de  la misma apunta acertadamente.

En su intervención, Cecilia de Gregorio planteó varias cuestiones en torno a la novela: si los padecimientos y calamidades del pueblo que en ella se relatan son creíbles o no, si está bien expresado el vacío de ideales de la clase superior que el escritor se afana en señalar y hasta qué punto es una obra autobiográfica y hay que ver en cierta manera en el personaje de Nejliúdov un alter ego del propio Tolstoi. Junto a estas reflexiones surgieron otras que señalan la obra como un viaje de carácter espiritual que realiza el personaje principal, y como asunto central, los participantes entablamos un interesante debate acerca de los peligros de la interpretación personal de las leyes, cómo surgen en la sociedad y cómo hay que legislar, porque todos coincidimos en que la novela cuestiona para quién se legisla y cómo se deben aplicar las leyes; en este sentido la obra presenta gran modernidad porque todavía hoy suscita un apasionado cambio de opiniones en cuestiones tan fundamentales para todo ser humano como es la justicia y su aplicación. Así pues, genial novela y muy interesante comentario al que asistimos.

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L. Tolstói

Fuente de la imagen: http://elpolifacetico.com/2012/04/18/los-reflexiones-teologicas-de-tolstoi/