Miércoles, 19 de abril de 2017
Para mí ha sido un placer poder proponer y presentar la novela El viajero del siglo de Andrés Neuman en el club de lectura “Con mucho gusto” de la Biblioteca Reina Sofía. Agradezco mucho a Susana Gil-Albarellos y a Carmen de Miguel, directora y coordinadora respectivamente, su invitación a este encuentro para hablar y disfrutar de la lectura de la novela elegida.
La elección de la novela El viajero del siglo, ha sido por motivos sentimentales: los buenos recuerdos de un viaje por Argentina y el posterior regalo de la novela -por parte de mi mujer- me recordaron la primera vez que nos topamos con el joven y magnífico escritor Andrés Neuman en una librería de Buenos Aires.
Andrés Neuman nació en 1977 en Buenos Aires, aunque a los 14 años su familia emigró hacia España por motivos políticos y se afincó en Granada, donde estudió Filología Hispánica y allí fue profesor de literatura hispanoamericana. Pertenece a una nueva generación de escritores hispanoamericanos que proyectan su literatura hacia el continente europeo y su problemática, y se le considera uno de los escritores españoles más europeos. A los 22 años publicó su primera novela Bariloche, y desde entonces no ha dejado de publicar ni de escribir. Sus siguientes novelas fueron: La vida en las ventanas, Una vez Argentina, El viajero del siglo (premio Alfaguara en el 2009) que será la novela que le supone una gran proyección internacional y Hablar solos, Eterna cadencia, Hacerse el muerto –libro de cuentos-. También escribe poesía, en su libro Década reúne todos sus poemas publicados hasta hoy, y su blog Microrréplicas ha sido recientemente premiado.
El viajero del siglo es una novela ambiciosa que propone volver a mirar el siglo XIX con la perspectiva del XXI. Hans está buscando una posada para pasar la noche y detiene su coche de caballos en Wandernburgo, una ciudad entre Sajonia y Prusia. Decide quedarse un día más y, al día siguiente en la Plaza del Mercado, se fija en un anciano muy especial que toca el organillo y esto va a hacer demorar la marcha de Hans. A partir de ese momento conocerá a Sophie, en las tertulias de los viernes en el salón de la casa de esta mujer, y se verá atrapado por lo que siente por ella. Se desatará un amor memorable, que agitará por igual camas y libros; y un mundo imaginario que condensará, a pequeña escala, los conflictos de la Europa moderna.
Antes de comenzar con el análisis de la novela, expuse porque Andrés Neuman decidió escribir esta novela: a raíz de la traducción del alemán del libro de poemas Viaje de invierno, del desconocido poeta alemán Wilhelm Müller, que se ha dado a conocer gracias a la música de Schubert. Y, a continuación, destaqué lo que más me ha llamado la atención de El viajero del siglo. Para mí hay algo que está por encima de todo: esta novela es un verdadero y magnífico homenaje a la estética y a la literatura del Romanticismo europeo, y también un magnífico retrato de la historia y de la sociedad de la Europa posnapoleónica. Además estamos ante una novela enciclopédica, compleja, llena de cultura y de reflexión, llena de riqueza lingüística y literaria. Una novela que engloba toda la variedad de textos y de discursos, una novela polifónica con diferentes voces narrativas que aportan reflexión y diferentes modos de entender y ver el mundo, una novela llena de filosofía, de teoría literaria, de historia y de literatura.
Además de todo lo anterior, destaqué varios ejes importantes que configuran la arquitectura de esta novela. En primer lugar, la importancia del viaje y del viajero, ya desde el título de la novela, hasta el final de la misma. Para mí el autor con esta novela nos adentra en toda una reflexión sobre los efectos que produce el viaje y los motivos por los que viajamos, la persona que huye para encontrar algo en otro lugar, o los que viajan para ser más libres o para crecer de forma personal; viajar para tener la posibilidad de potenciar la creatividad, viajar sin pensar en el destino, en la duración o en el motivo.
Otro eje fundamental son los acontecimientos históricos de la Europa posnapoleónica: época en la que Napoleón fracasó y Europa estaba inmersa en una crisis de identidad, y de valores, (muy similar a lo que sucede hoy en día) que se dará lugar a gobiernos conservadores. Aquí destaqué los paralelismos de la Europa del siglo XIX y la actual: el descontento y el desencanto de lo que Napoleón prometió –constituciones, libertades y derechos acaba siendo absolutismo, gobiernos conservadores, fracaso de las revoluciones…, esto es lo que sucede hoy en día: el choque entre los proyectos políticos y el desencanto de los ciudadanos está provocando giros extremistas y poca confianza en la Unión Europea que puede destruir Europa y ya la está haciendo tambalear.
Junto a la historia, destacamos la intrahistoria en la novela: a través de los pequeños detalles como el birrete jacobino que llevaba Hans –símbolo de la revolución- o los muebles de la época Biedermeier de la casa de Sophie, símbolo de una familia y una época de una Alemania conservadora.
También destaqué a los personajes: en primer lugar, a la ciudad de Wandernburgo, un personaje más, una ciudad inventada, una ciudad móvil situada entre Dessau y Berlín que es símbolo de todas las ciudades. Una ciudad que cambia con las estaciones y según el momento del día en el que nos encontremos. Dentro de esa ciudad, destaqué dos espacios por encima del resto: el salón de la casa de los Gottlieb, donde la clase alta de la ciudad, todos los viernes, celebraba las tertulias políticas, culturales e históricas y la cueva donde vivía el organillero, donde tenían lugar los debates entre los desfavorecidos, sobre los jornaleros y los pobres. Ambos espacios reflejan muy bien cómo estaba configurada la sociedad alemana de la época.
Todos los personajes están vivos, son humanos, están muy bien perfilados, y tienen personalidades muy diferentes, que nos hacen experimentar diferentes sensaciones: antipatía, ternura, desconfianza, aceptación…
En penúltimo lugar, hice una breve referencia a la importancia de la música en la novela (hay que tener en cuenta que Neuman es hijo de músicos), música que en un primer lugar atrapa a Hans y música que va a estar presente a lo largo de toda la historia. La música está siempre presente en los debates de los viernes, en la cueva del organillero y en la Plaza del Mercado dando vida a la ciudad.
No me olvidé de la intensa y apasionada historia de amor entre Hans y Sophie, cargada de poesía y erotismo; a través de ella se nos pone delante gran parte de la poesía europea del siglo XIX, además de todo un método de traducción e interpretación de la poesía y de la literatura.
Y finalicé mencionando el sorprendente final y con el sentido que, para mí, tiene el alegato final que el narrador realiza al viento. En mi opinión, el viento es símbolo de renovación de todo, de purificación, y también de incertidumbre…y después del viento ¿qué pasará en la ciudad de Wandernburgo? ¿Qué pasará en la vida de los personajes? ¿Qué pasará en Europa?…
Realizada la visión personal -ya que la novela es tan rica y tiene tantas cosas que comentar- se abrió la participación de los asistentes. Hubo intervenciones interesantes, en las que se destacaron:
En primer lugar se dialogó sobre la literatura y la riqueza lingüística de la novela, que es una novela compleja que tiene de todo: contiene toda la literatura y filosofía del siglo XIX, incluso se remonta a la Ilustración y al Barroco. Se habló sobre la visión literaria que se realiza sobre todo del Romanticismo alemán y francés, y la crítica literaria que aparece en cuanto a la creación literaria alemana frente a la literatura francesa, de esta última se señaló que es la auténtica literatura, y también se aludió al hecho de que Francia no tiene un Shakespeare, ni un Goethe, ni un Cervantes, ni tampoco muchos premios Nóbel, pero tiene verdaderos creadores literarios, auténticos literatos.
Varios de los asistentes debatieron sobre el viaje y su importancia en la novela. Se destacó el viaje interior que realiza el personaje –Hans- a lo largo de toda la misma, según se va encontrando en diferentes situaciones y con diferentes personajes. También se habló de que hay personajes –como el organillero- que no viajan físicamente, aunque en cierto sentido sí lo hacen de forma interior: con los cambios que hay en la ciudad, con el contacto con la gente…Enlazando con la idea del viaje que aparece en esta novela y, haciendo mención a Viajar sin ver otra obra del autor que trata sobre cómo viajamos en la actualidad, se comentó que hoy viajamos sin ver y, a veces, sin saber dónde viajamos, y por supuesto, sin conocer los lugares ni su cultura, solo tomamos fotos rápidas y viajamos por el hecho de decir que viajamos.
Algo importante sobre lo que se debatió fue sobre la importancia de los acontecimientos históricos en la novela, y se discutió sobre la fecha concreta en la que se podían estar llevando a cabo. Había contertulios que no tenían claro que los sucesos fuesen entorno a un año en concreto, se especuló con la idea de que los sucesos se enmarcaran en la década de los 30 -dentro del siglo XIX-; y, en torno a lo anterior, se expuso la posibilidad de que la fecha concreta estuviese poco clara debido a que el autor hubiese querido que fuera así. Esto podría ser un juego narrativo, que formase parte de la incertidumbre de la Europa de la época y sobre todo de la incertidumbre de la zona de Prusia y Sajonia. Se comentó que esos acontecimientos nos trasladan a la época actual: conflictos entre países europeos, diferencias económicas y de fronteras, emigración y exilio, diferencias políticas, el papel de la mujer…
También se destacó el análisis que el autor realiza de los espacios interiores, incluso la importancia de los movimientos sutiles que realiza Sophie a la hora de moderar las tertulias de los viernes. Sus movimientos con el abanico, su forma de mirar y de tocar, de coger la taza de té o la bandeja, su forma de caminar y de moderar las tertulias… En este momento, se destacó que fuese una mujer la moderadora de las tertulias, ya que en esa época la mujer no tenía ese papel tan relevante en esos espacios, ni tampoco en la sociedad.
Varias de los asistentes destacaron lo bien que están definidos los personajes –se hizo referencia a que tienen influencia de Galdós- y la importancia del significado de sus nombres (Wandernburgo –ciudad que camina- Sophie –la sabiduría-, Ratztrinker –alcalde alcohólico-, Pigherzog –duque cerdo-, Mietter –inquilino-…). En este punto algunos de los asistentes realizaron una crítica a la construcción de los personajes: se comentó que los personajes son pocos para la extensión de la novela, para lo que ahí sucede y que son planos, prototípicos y previsibles; y, también, se comentó que no gustaba mucho como se había construido y presentado el personaje del organillero, que se presenta como un personaje demasiado perfecto dentro de un mundo marginal e imperfecto del que él está rodeado.
En definitiva, una novela tan extensa, tan rica y tan compleja que dio lugar a muchas y diferentes opiniones. Algunas críticas hicieron mención a que hay partes de la novela que se podrían suprimir, como por ejemplo la novela policíaca que aparece en un momento de la narración en la que se inculpa al profesor Mietter, y también alguna parte de las casi 160 páginas de ensayo literario que provoca que la novela sea demasiado lenta.
Ya hacia el final de la agradable tertulia literaria, Eva Ortiz nos sugirió que leyéramos el cómic Las calles de arena de Paco Roca, un personaje de hoy atrapado en las calles de un barrio del que no puede salir; ya que puede tener cierta relación con la lectura que hemos estado comentando. Y Carmen de Miguel nos recomendó visualizar la película El gran Hotel Budapest, donde se nos muestran las luces y las sombras de la Europa de la primera mitad del siglo XX.
Para finalizar se animó a los asistentes a leer otras fantásticas novelas de este joven y talentoso escritor del que ya se anuncia como una de las voces narrativas más importantes del siglo XXI.
Evangelina Moral Padrones