Jueves 16 de noviembre de 2017
El club de
Lectura “Con mucho gusto” celebró en la tarde de ayer la segunda sesión de este
curso en la que se comentó La condición animal, de Valeria Correa
Fiz (Páginas de Espuma, 2016).
La condición animal
Cuando el autor del
libro que leemos es además el invitado que ilustra y aclara las claves de su
escritura las tardes de tertulia literaria se convierten en reuniones únicas,
pues siempre es una oportunidad de confrontar las diferentes lecturas de un texto
con la intención con las que dicho texto ha sido escrito. Ayer nos visitó con
enorme generosidad Valeria Correa Fiz, escritora argentina afincada en Madrid,
abogada de formación, de recorrido y futuro literarios sólidos –este año ha
sido galardonada con el XI Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez por
su obra El invierno a deshoras– y con
un serio bagaje profesional en talleres de escritura y coordinación de club de
lectura. Ayer nos explicó las claves de los doce cuentos que conforman La condición animal con la erudición y
profundidad de un maestro y la sencillez de un buen comunicador.
La
condición animal se
compone de cuatro partes correspondientes a los cuatro elementos de la
Naturaleza: tierra, aire, fuego y agua; cada una de estas partes contiene a su
vez tres cuentos de diversa extensión, forma y contenido en los que, como
explicó su autora, se exploran las aristas del mal con la intención de mostrar
una cartografía del mismo, pero sin olvidar algún componente de bondad en ellos.
En su presentación, Valeria Correa señaló que en su reflexión acerca del mal, interés
quizá debido a su formación de abogada, ha constatado que ni la historia, ni la
filosofía, ni la religión han conseguido ofrecer un concepto unívoco,
consciente de que el sentido y significado del mal son cambiantes en tiempo y
en espacio. “El mal es la ausencia del bien”, dijo San Agustín y citó Valeria
para explicar la composición de los doce relatos de su libro. Remitiéndose a la
filosofía griega, a Protágoras de Platón,
relató cómo en la creación por parte de Zeus al hombre le fueron entregadas la
justicia y la honestidad, valores con los que fue capaz de construir la
sociedad civil y política y en cuya ausencia se hallaría el origen de ese mal
que no podemos definir y que nos acerca a la condición animal.
Los cuentos que forman cada una de las partes
se caracterizan por presentar distintas realizaciones del mal bajo aspectos
animales o en consonancia con ellos, y por ello casi todos en mayor o menor
medida incorporan elementos fantásticos que vienen determinados por la
disposición del lenguaje: cambios de voz narradora, de focalización, de formas
de representar imágenes, de maneras de explicitar o insinuar el misterio, el miedo,
la locura o la perturbación en los personajes. Distintas técnicas narrativas
que utiliza la autora como un orfebre para componer esa cartografía del mal en
la que la exploración de las posibilidades de la expresión otorga excelencia al
conjunto. Esta maestría formal fue ampliamente reconocida, aun asumiendo la
profundidad y a veces dificultad que puede otorgar al contenido en alguno de
los cuentos analizados.
En cuanto a los lectores, las interpretaciones
de unos y otros fueron muy dispares, dependiendo de la lectura realizada por
cada uno. Varios señalaron la perturbación que provoca la lectura de este
libro, así como la dureza de su contenido; otros advirtieron la importancia de
los elementos fantásticos que poseen algunos de los relatos, en unos más determinantes
que en otros, en la línea genérica de lo “neofantástico”, que entronca con otras
clasificaciones como la de lo fantástico verosímil. En este sentido fue
interesante el debate que en torno a los límites de la realidad, lo verosímil y
lo fantástico estamos preparados para asumir como lectores, regulado por la
tradición literaria y por los gustos personales de cada lector.
Para concluir la sesión, la autora nos ofreció
una última interpretación del libro señalando la crítica a la sociedad como
parte de la intención al escribirlo, puesto que todo el mal mostrado en sus
páginas deriva de la falta de algo que impide que los hombres se distancien de
su condición animal. Por la profundidad de sus palabras y por la excelencia de
su escritura ayer nos distanciamos de la condición animal para acercarnos al
arte que separa al hombre del resto de seres vivos.
Gracias a Valeria Correa
por la generosidad en tiempo y en contenido con la que nos acompañó ayer.