La Cena. Herman Koch

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Jueves 12 de marzo de 2015

En la tarde de ayer tuvo lugar un nuevo encuentro de los miembros del Club de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, en el que el libro a
comentar fue La cena, de Herman
Koch.  

La cena

En esta ocasión,
la novela fue elegida por un estudiante de 5º de Medicina, Diego Morante, y
quiero resaltar esta circunstancia porque es la primera vez en el tiempo de
andadura de nuestro club de lectura –y ya estamos en su tercera edición-, que
un estudiante participa como invitado. Y por ello, por ser Diego muy joven, es
significativo el que la obra propuesta sea tan provocadora desde muchos puntos
de vista y tan madura, e induzca a una reflexión profunda acerca de cuestiones
fundamentales del hombre actual. Diego, por su parte, señaló que la había leído
anteriormente, que su visión de la misma ha ido cambiando a lo largo de los
años, pero insistió en que su lectura le perturba ahora como entonces.

La cena se publicó en 2009; su
autor es el holandés Herman Koch, más conocido en su país como personaje
televisivo y periodista. Con esta obra (en español, ed. Salamandra, 2010),
alcanzó reconocimiento como escritor no sólo en su país, sino en todo el mundo,
al presentar un texto que difícilmente deja indiferente a nadie. En La cena, dos parejas -en las que ellos
son hermanos-, se citan para cenar en un lujoso restaurante con el propósito de
resolver un problema relacionado con sus hijos, uno de cada pareja, de 15 años.
Sin embargo, no es este simple argumento lo que el lector encuentra cuando lee
esta obra, sino mucho más desde el punto de vista semántico y formal.

La
novela está narrada en primera persona por Paul Lohman, profesor forzosamente
en paro, casado con Claire y padre Michel; enfrente su hermano, el político y
candidato a primer ministro de Holanda Serge Lohman, su mujer Babette y su hijo
Rick. A través de Paul el lector irá conociendo el pasado y el presente de todos
ellos, y sobre todo, irá descubriendo el motivo de la cena que los ha reunido.
Y por esta razón, porque el núcleo es dicha cena, la novela está estructurada muy
acertadamente siguiendo los apartados de los que consta una cena que tiene
lugar en un restaurante: aperitivos, entrantes, segundo, postres, digestivo y
propina, que se encuadran perfectamente con la parte de la historia que se
relata en cada uno de esos momentos.

La trama
fundamental de La cena se descubre
hacia la mitad de sus páginas, cuando el narrador Paul va relatando cómo su hijo
Michel junto con su primo, en una noche de salida, se dirigieron a un cajero
para sacar dinero; allí encontraron durmiendo a una mujer indigente. Ante la
negativa de la mujer a abandonar el cajero, los dos jóvenes le lanzaron
diversos objetos y finalmente le prendieron fuego. A partir de este momento, el
lector se halla ante un conflicto ético y moral, porque las dos parejas se han
reunido a cenar para decidir si descubren o no a sus hijos ante las
autoridades, al no haber sido identificados por las cámaras de seguridad. Son,
pues, sus progenitores los que tienen que decidir qué hacer ante este crimen
perpetrado por sus hijos.

A partir
de este planteamiento, los participantes del club se mostraron especialmente
implicados en el comentario de la trama, puesto que bordeando la anécdota del
crimen cometido por los dos adolescentes, la prosa de Koch derrama aquí y allá
infinidad de planteamientos de orden social, moral, histórico, etc, que no
pasan indiferentes a ningún lector sensible. Llamó especialmente la atención el
hecho de que el narrador, que en primera persona nos cuenta el conflicto y la
cena, es un personaje que va cambiando a medida que trascurre la historia; si
al principio logra la empatía del lector, pronto se descubre como una persona inestable,
de hecho afirma que tiene una enfermedad mental, que persiguiendo la aprobación
de su mujer Claire, y fracasado ante el triunfo de su hermano, inculca en su
hijo todos los efectos negativos de su existencia, sin principios cívicos ni
morales y sobre todo, se muestra incapaz de trazar para su hijo una línea
divisoria entre el bien y el mal. Junto a él la mujer poderosa, manipuladora y
destructiva, Claire, mostrada por el narrador con enorme aprobación, al tiempo
que el lector va descubriendo su verdadera personalidad. Sin embargo, lo que
provocó más debate fue el hecho de que el hermano triunfador, que además es
político, con la carga negativa que ello puede suponer, sufre en las páginas de
esta novela un giro contrario al de su hermano, quien al principio lo presenta
con todos los defectos posibles, pero poco a poco se revela ante el lector con
una moralidad más asentada, y un sentido de la justicia y del castigo mucho más
éticos, pues siendo un personaje cuestionable, no posee la maldad de su hermano
y su cuñada.

Por otro
lado, la justificación de determinados comportamientos que aparecen en las
páginas de la novela a través de la enfermedad del narrador protagonista y su
traspaso genético en el hijo, fue ampliamente criticada por los lectores,
puesto que es innecesario dicho elemento para el propósito de criticar una
sociedad violenta, permisiva, decadente y sin principios.

Con
todo, esta es la lectura más evidente de la novela, pero en una revisión más
profunda, hubo quien ayer señaló que en estas páginas tan ajustadamente
escritas, hay toda una descripción de la Europa actual y de su decadencia, en
múltiples detalles de comportamiento y actitud que el autor describe para cada
personaje. Con ello, la obra de Koch es mucho más que el planteamiento de un
dilema de los padres ante el comportamiento de sus hijos, y su análisis puede
llevar a infinidad de cuestiones con las que el hombre vive y convive en este
tiempo, llegando con ello a un número creciente de lectores, puesto que la obra
es de una actualidad indudable.

Muchas cuestiones
más nos sugirió la novela a comentar, y otras que sin duda llevan a una reflexión
personal, con lo que se puede concluir esta reseña afirmando que cuando la
literatura ha sido desplazada por el cine y la televisión en su finalidad
lúdica, debe entonces hacer un esfuerzo por incomodar y mover al lector… y
ésta, sin duda, lo hace.

Gracias
a Diego  porque con su sugerencia
literaria, ayer nos “movió” un poco a todos.

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