El olvido que seremos. Héctor Abad Faciolince

Héctor Abad por los Abad, un retrato de la violencia política en Colombia

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Jueves 12 de febrero de 2015

En la
tarde de ayer tuvo lugar un nuevo encuentro de los miembros del Club de Lectura
“Con mucho gusto”, con sede en la Biblioteca Reina Sofía, en el que el libro a
comentar fue El olvido que seremos,
de Héctor Abad Faciolince.  

 

El olvido que seremos

La
invitada de elegir y presentar el libro fue Socorro Fernández Arribas, médico epidemiólogo,
actualmente dedicada profesionalmente a la gestión en la Consejería de Sanidad
de la Junta de Castilla y León, gran conocedora de clubes de lectura (está
directamente implicada en proyectos de Lectura Fácil) y sobre todo, viajera y
lectora incansable.

Socorro
comenzó su presentación señalando que leyó por primera vez El olvido que seremos por recomendación de un compañero y que
inmediatamente le interesó, porque aparte de otras muchas cuestiones que más
adelante tratamos, la novela cuenta la historia de un médico, epidemiólogo,
higienista y profesor profundamente humano, un hombre dedicado a intentar
mejorar la vida de los hombres.

Héctor
Abad Faciolince es escritor y periodista, nacido en la ciudad colombiana de
Medellín en 1958. Aunque ya había publicado con cierto éxito distintas obras -entre
las que hay novelas y ensayos-, con El
olvido que seremos
, publicada en 2005, alcanzó la consagración definitiva
como escritor al ser alabado unánimemente por la crítica; además, es la novela
por la que ha sido descubierto de forma amplia en España. En ella, Faciolince
–a través de un narrador homónimo- rinde un emocionado y personal homenaje a su
padre, Héctor Abad Gómez (Jericó, Antioquia, 1921 – Medellín, 1987), asesinado el 25 de agosto de 1987 en
Medellín.

Para Héctor Abad Faciolince no
es sólo el asesinato de su padre la causa y la excusa de la escritura de la
novela, sino el hecho de que ese padre se presente ante sus ojos y ante el
lector como una persona íntegra, excelente padre y esposo, gran trabajador y,
sobre todo, como un hombre entregado a los más justos ideales en defensa de los
derechos humanos, ya que desde su profesión de médico, contribuyó a mejorar las
condiciones de vida de sus conciudadanos, tantos en los barrios marginales,
como desde su puesto de profesor universitario.

Una vez
contextualizada la novela que comentamos, cada uno de nosotros expuso las
impresiones que su lectura le había suscitado. A todos les había gustado mucho,
emocionado incluso, pero por diferentes motivos. Unos vieron un canto al padre,
un homenaje que muchos suscribimos también con relación a nuestro propio
progenitor, ya que las palabras que Faciolince vierte para repasar la vida de
su padre están llenas de amor, admiración y agradecimiento. Y con todo, esta
imagen del padre suscitó también cierto debate en cuanto al tema de la
educación, porque si bien se muestra en la novela repleto de cariño, también sumamente
permisivo, lo que en ocasiones impide el total desarrollo del individuo en
cuanto tal, circunstancia que alguno vio en el narrador.

La
figura de Héctor Abad Gómez es evocada en todas y cada una de las páginas de la
novela, y abarca al completo distintas facetas humanas, desde las estrictamente
profesionales hasta las más personales e íntimas; en la lectura de ambas el
lector asiste a la descripción detallada de la nostalgia que produce la pérdida
de una existencia completa, abarcadora y sugerente.

Otros se reflejaron en la faceta profesional del
personaje evocado, no sólo Socorro en el aspecto médico-sanitario del
protagonista, sino también en su recorrido como docente; en este sentido son
excelentes las palabras que aluden no ya al bagaje particular del personaje,
sino a toda una declaración y definición de la vocación docente que no me
resisto a reproducir y que sin duda mejoraría la educación si la recordásemos
al entrar en un aula:

 “Son necesarios el
conocimiento, la sabiduría y la bondad para enseñar a otros hombres. Lo que
deberíamos hacer los que fuimos alguna vez maestros sin antes ser sabios, es
pedirles perdón a nuestros discípulos por el mal que les hicimos” (Col Booket,
p. 200).

 Algunos se fijaron también en el aspecto político
de la obra, la situación de la ciudad de Medellín y de Colombia en general, su
narración de los problemas políticos y sobre todo sanitarios, su defensa de los
derechos de los hombres, su capacidad de persuasión a los ojos de su hijo, su
faceta viajera, y junto a ello, señalaron el valor literario de las
descripciones, tanto geográficas como humanas, que aparecen a cada página.

Completamos nuestra lectura de la novela
señalando la importancia de un tema fundamental de la misma: la muerte. Es el
asesinato del padre el que impulsa la escritura, trasfondo de todo lo narrado,
pero también es intenso, trágico y durísimo, a la vez que impactante, el relato
de la muerte de su hermana Marta de cáncer a los 16 años, que constituye el clímax
de la novela. Dos muertes contadas por el narrador, pero vividas por el autor.
Y es que al hablar de El olvido que
seremos
-verso de Borges-, no es posible olvidar que aunque hablemos de
novela, es un relato autobiográfico, una liberación a través de los estados
mentales en los que la memoria recupera su sentido, aquel que hará permanecer
por un tiempo más el recuerdo vivo del padre, de su vida y de su final,
propósito que Faciolince declara al final de la novela.

Si a lo anteriormente expuesto añadimos para
concluir que está escrita con una prosa precisa, concisa, poética y bellísima,
que a cada momento descubre al lector un hallazgo poético nunca vacío de
contenido, no podemos por menos que agradecer a Socorro Fernández el hecho de
haber traído a nuestro grupo El olvido
que seremos
, que cumple la premisas necesarias de todo buen objeto
artístico: deleite, placer y sentimiento.

Actualización 02/07/2015: noticia aparecida en El Diario (España) el 01/07/2015, sobre el nuevo documental “Carta a una sombra”, en el que Daniela, nieta de Héctor Abad Gómez, hace un retrato de su abuelo : Héctor Abad por los Abad, un retrato de la violencia política en Colombia