Leche. Marina Perezagua

Jueves 24 de septiembre 2015

Comenzamos
nueva edición, la cuarta, del Club de Lectura “Con mucho gusto”, con sede en la
Biblioteca Reina Sofía. Algunos repiten y otros son nuevos, a todos bienvenidos
y enhorabuena por seguir apostando por la literatura. El primer texto a
comentar ha sido Leche, de Marina
Perezagua (Ed. Los libros del lince, 2013).  

Leche

En esta primera sesión contamos con
la presencia como invitada de Casilda García Archilla, artista consolidada,
compañera en la administración del departamento de Literatura Española de la
Universidad de Valladolid y persona con especiales inquietudes artísticas. El
libro elegido para leer y comentar ha sido Leche,
de Marina Perezagua.

La autora, licenciada en Historia del
Arte, es un ejemplo de la renovación de la literatura en lengua castellana que poco
a poco está emergiendo en el panorama literario, con notables muestras aquí y
especialmente en contexto de la literatura hispanoamericana. Y su libro de
relatos Leche sin duda confirma ese
nuevo impulso que tanto formal como argumentalmente está teniendo la literatura
de alguno de estos jóvenes autores.

Leche es un
conjunto de 14 relatos de diferente extensión, argumento y significado; también
presentan diverso modo narrativo, focalización y referencias espacio-temporales
y sin embargo, todos comparten una serie de características que son destacables
desde la primera página de Little Boy,
relato que abre el conjunto, hasta Leche,
narración que lo cierra, y es el desconcierto por lo contado y la admiración
por la forma de contarlo.

Presentada la obra por Casilda, quien
relató que conoció la literatura de Perezagua a través de una librería digital
en Facebook y de la que ahora es seguidora, los participantes expusieron poco a
poco sus diferentes puntos de vista ante obra tan inquietante. Así, las
primeras intervenciones apuntaron hacia el desasosiego que su lectura les
produjo, porque es innegable que aun con distinta intensidad, se trata de unos
relatos cuyo contenido es extremo, a veces imaginario y apocalíptico, en
ocasiones tan duro y realista que es difícil no estremecerse al leerlos, en otras
sencillos pero de interpretación profunda, y algunos simplemente inexplicables.
Estas primeras impresiones contrastaron con otras que apuntaron directamente a
la genialidad de Leche y a la
maestría de su autora, no solo por el dominio formal de la obra en su conjunto,
sino también por la imaginación para la gestación y escritura de unos textos
donde el pulso vital y el desafío a lo desgarrado conviven en párrafos de gran
lirismo.

Poco a poco y tras el impacto
inicial, unos y otros fuimos desgranando los cuentos uno a uno, encontrando en
todos ellos valores a veces inadvertidos y en ocasiones poco comprendidos. El
primero y más extenso “Little Boy”, que está centrado en el recuerdo y
consecuencias que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima tiene en una anciana
superviviente, nos desveló secretos guardados a lo largo del relato en un giro
temático verdaderamente sorprendente, o “Él”, en el que una mujer cuida a un
hombre destrozado del que descubre finalmente una identidad distinta a la de su
marido. Asimismo sorprendió la indefinición de “Mio Tauro”, cuento difícil de
comprender en una primera lectura pero peculiar entre otras cosas por las voces
narradoras, o “Las islas”, metáfora de los deseos envueltos en nebulosa nunca
satisfechos. El comentario del relato “Aniversario”, representación verbal del
odio entre una hija y su padre, acercó la biografía de la autora a su
escritura, ya que algunos de los lectores supusieron una línea de conexión
entre la vida y la obra en Marina Perezagua, que explicaría alguno de sus
argumentos. Finalmente llegamos al texto que cierra el libro y que lo nombra “Leche”,
probablemente el más impactante, tremendo y  realista.

Con todo, y a pesar de la
incertidumbre que sin duda causa la obra de Marina Perezagua, también pudimos
comprobar las posibilidades inmensas que proyecta la literatura actual, que en
obras como Leche se sale de los
parámetros habituales por los que transita la literatura en castellano. Fue sin
duda una impagable oportunidad para comprobar que no lo hemos leído todo, que
todavía el acto de la lectura puede deparar sorpresas y que, por encima de las
preferencias de cada uno, la literatura tiene el poder de sorprender, impactar,
sobrecoger y en alguno de nosotros impresionar por su grandeza.

Terminamos agradeciendo su
participación a Casilda porque de nuevo la elección de un libro para este club
de lectura nos abrió unas puertas que estaban ocultas y nos dio a conocer a una
autora a la que seguir atentamente. Disfrute y horror en el mismo párrafo,
deseo vital y muerte, imprecisión sexual y leche, símbolo dual de vida en la
virilidad y en la maternidad. Todo eso y mucho más contiene Leche.

En la foto: Casilda García Archilla y Susana Gil-Albarellos Pérez-Pedrero

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